Decía Ludwig Wittgenstein: "Los límites de mi lenguaje son los los límites de mi mundo". Como este filósofo austriaco, este blog literario y de actualidad trazará una ruta con noticias que vayamos encontrando a lo largo del globo e impresiones personales de un camino que tiene África como meta.
Retahílas literarias junto a un mapamundi periodístico, donde las palabras que más brillan son las que quieren guiar la luz del foco informativo al gran continente olvidado.
Ha
llegado el calor. Aprieta fuerte, como si quisiera gritar a los cuatro vientos
que el verano está a la vuelta de la esquina. Y mientras medio mundo se
obsesiona con poder lucir un vientre plano para entonces, en Etiopía un grupo
de hombres se prepara para competir por ver quién tiene la barriga más grande.
Son los Bodi y ahora mismo se están poniendo gordos pero
lo cierto es que corren el riesgo de acabar muriendo de hambre.
Hombres de la etnia Bodi durante la ceremonia Kel / Foto tomada de http://piensoluegobloggeo1b.blogspot.com.es/
Comienza la cuenta atrás para los jóvenes Bodi. En unas semanas celebran el Kel, la fiesta para la que llevan preparándose meses a base de seguir una estricta dieta compuesta de sangre de res, leche y miel, a la que ellos llaman guzzling. Con este alimento consiguen duplicar, incluso triplicar, su peso en como mucho medio año. Los kilos ganados se ponen a prueba durante el mes de junio, cuando se celebra la ceremonia Kel, que da la bienvenida al año nuevo Bodi. Como en cualquier fiesta, todos bailan, comen y toman una bebida alcohólica llamada sholu. A la celebración también acude el chamán, la autoridad encargada de determinar quién es el más gordo del pueblo. El ganador podrá elegir a la que será su mujer y ostentará durante un año (hasta que vuelva a celebrarse lel festejo) el reconocimiento de todos, convirtiéndose en el miembro más destacado de los Bodi.
Para la ceremonia, los aspirantes cubren su cuerpo de arcilla blanca y cenizas, se colocan un tocado en la cabeza y se dirigen caminando hacia el árbol sagrado de su comunidad, lo que supone un gran reto para ellos, dado su peso. Tras el baile de presentación, han de matar a una de sus vacas. Los ancianos del pueblo inspeccionan la sangre y las entrañas del animal para interpretar el futuro que le depara al dueño. / Foto: E.Lafforgue.-
Para
ellos, la barriga es un símbolo de estatus social. Cuanto más grande sea el
vientre del hombre más posibilidad tiene éste de hacer felices a los suyos. Sin
embargo, todo apunta a que estos gordos pronto estarán desamparados. Aunque son
un pueblo seminómada, llevan siglos viviendo en el sur de Etiopía.
Concretamente en el valle del río Omo, que marca el ritmo de sus
desplazamientos. En una región con un clima tan tórrido, su alimentación
depende de la crecida del río: Sólo cuando la inundación se retira pueden
sembrar los cultivos y poner a pastar el ganado. Esto ha sido así desde siempre, hasta ahora.
Presa Gibe III / Fotografía tomada de Wikipedia.-
El Gobierno etíope ya está empezando a llenar la gigantesca presa hidroeléctrica Gibe III, construida por la empresa italiana Salini
Construttori, al tiempo que han arrendado miles de hectáreas alrededor de la
misma a empresas extranjeras de plantaciones, que se beneficiarán del riego que
aporte el agua recaudada. En uno de los espacios geográficos con más etnias de
África, esto supone reagrupar a unos pueblos con otros; lo que significará más bocas que alimentar y menos alimentos que repartir debido al cambio de régimen fluvial que trae consigo la presa, al poner fin a la crecida anual del río.
Infografía de la ubicación de la presa Gibe III / BBC News.-
Todo tiene su lado bueno y su lado malo, el mediterráneo también. La cruda realidad que atraviesa este mar ha
salido a flote con la mínima consideración que merecen, no sólo las 800 vidas
que hace unos días salpicaron desde las costas de Libia la prensa internacional, sino las miles de
personas que desde hace varios años se ha tragado el olvido. Todos ellos son
hijos de Mami Wata.
Pintura de Abdal
(República Democrática del Congo, 1989).
Desde Senegal hasta Angola, incluso llegando costa abajo un
poquito más al sur; también en el interior, en los países que rodean la cuenca
del Níger; en los lagos y ríos de Zambia, Mozambique o en la República
Democrática del Congo. Prácticamente allí donde haya agua estará Mami Wata.
Invocada por los pescadores y los inmigrantes, se dice de ella
que es mitad mujer, mitad pez. Se representa con forma de sirena, su piel es
clara y su pelo liso. A menudo aparece rodeada por una serpiente, siempre se
muestra ataviada con objetos de valor: joyas, un espejo, un reloj, hasta una Coca-Cola. Todos ellos objetos que se
relacionan con Occidente, son las riquezas que trae de Europa. Aunque no es lo
único que Mami Wata importa de la cultura occidental. A ella también se asocia
la esterilidad y a ella acuden las mujeres que quieren curarse de este mal que
rompe con el carácter familiar de la tradición africana para contagiarse del
individualismo del Norte.
Representación de Mami Wata en Haití, donde se le denomina
'la Sirène' o 'la Baleine', la sirena o la ballena en español.
Mamisiis / Fotografía tomada de kanasuka.canalblog.com/
Templo Mamaissii-Hounons, que significa
'madre de la sabiduría'. Togo / Fotografía tomada de
kwekudee-tripdownmemorylane.blogspot.com.es/
Yemanya, en Brasil o Cuba; Lamante, en Martinica; Río Mama en
Jaimaca; Mamba Muntu en la República Democrática del Congo o Maman de l’Eau en
Dominica, Guadalupe o Trinidad y Tobago. Estos son algunos de los apelativos
que recibe la diosa marina tanto a lo largo del continente como en la orilla
latinoamericana, a la que llegó con la diáspora. Allá donde reciba un nombre tiene representantes, como en todas las religiones. Son las 'mamisii', las sacerdotisas de Mami Wata. Un título heredado por línea materna y que se ostenta en la 'Mamaissii-Hounons', el lugar de encuentro de sus devotos, quienes visten de rojo y blanco para representar la dualidad que muestra esta diosa.
Como el mar mediterráneo, que puede
ser hermoso y cruel, Mami Wata tiene dos caras. Es la dualidad divina presente
en la religiones tradicionales africanas y que en esta mujer-pez se manifiesta
en que todo lo bueno que puede ofrecer también lo puede quitar, convirtiendo la
gracia en desgracia, el sueño en pesadilla. Mami Wata es también las dos caras que
tiene Europa. El lado de la abundancia, de la comodidad, donde se acumulan las
riquezas; y el lado individualista, carente de sentimiento de comunidad.
Los emigrantes africanos se suben a los cayucos llevando en el
bolsillo granos de arroz, de cuscús o caramelos, cualquier cosa que sirva de
ofrenda a Mami Wata. Esperan encontrarse el mar en calma y la tierra por la
diosa prometida.
Canción dedicada a Mami Wata por el trompetista y cantante sudafricano Hugh Masekela.
Desconozco
si Eduardo Galeano pisó algún país africano. Aun cuando no fuera el caso, no le
hizo falta. Él destripaba la realidad. Hacía de la lengua bisturí, lúcido y
afilado, para sacarle las entrañas a lo que acontecía y mostrar que no hace
falta vivir una situación en carne propia para conectar con lo que todos
llevamos dentro, para conectar con el lado humano. Su empeño
por reanimar la humanidad pasó también por hablar de las realidades africanas.
Normal, para Galeano “en África empezó el viaje humano en el mundo”.
Eduardo Galeano / Fotografía de Santiago Mazzarovich.-
Como
si con las palabras abriera en canal la actualidad, Eduardo Galeano profundizaba
en la historia hasta dar con el órgano a diseccionar, desechando el pensamiento
tóxico y rescatando las contra-historias para tocarnos la fibra. Así, nos
ofrecía ‘Puntos de vista’:
Desde el punto de
vista del Oriente del mundo, el día del Occidente es noche. En la India,
quienes llevan luto visten de blanco. En la Europa antigua, el negro, color de
la tierra fecunda, era el color de la vida; y el blanco, color de los huesos,
era el color de la muerte.
Según los viejos
sabios de la región colombiana del Choco, Adán y Eva eran negros y negros eran
sus hijos Caín y Abel. Cuando Caín mató a su hermano de un garrotazo, tronaron
las iras de Dios. Ante las furias del señor, el asesino palideció de culpa y
miedo, y tanto palideció que blanco quedó hasta el fin de sus días. Los blancos
somos, todos, hijos de Caín.
El
uruguayo se lee como se oye, pausadamente, catando las palabras. Su pluma y su
voz son serenas, como si masticara la palabra para digerir una reflexión que
plasma contundente. A menudo decía que somos arcoíris terrenal porque
la humanidad tiene “más colores que el arcoíris del cielo”. Una paleta que Galeano
sitúa en el continente africano: Desde
allí emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos
caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto de
colores. Por eso, explica, “somos todos africanos emigrados”.
Partiendo
de este origen de la humanidad, muchas de sus letras evocan a África para
rescatar una identidad diezmada en su propia tierra de origen, América del Sur,
la niña de sus ojos; a la que mira de frente para invocar justicia social e
igualdad de oportunidades sirviéndose, a su vez, del continente olvidado:
Los esclavos
negros trajeron a América sus dioses alegres, peleones; y su certeza de que
cada persona tiene dos cabezas y dos memorias. Una cabeza de barro, que será
polvo; y otra cabeza por siempre invulnerable a los mordiscos del tiempo y de
la pasión, que es la cabeza que te espera en el espacio sagrado, más allá de la
muerte. Y también dos memorias: Una memoria que la muerte mata, brújula que
acaba con el viaje; y otra memoria, la memoria colectiva que vivirá mientras
viva la aventura humana en el mundo.
E.Galeano / Fotografía de Lopezezequiel tomada de ojodigital.com
Eduardo
Galeano ha muerto, pero sólo en parte. Quedan sus escritos y queda su voz, que es
su otra cabeza y su otra memoria, la que no acaba con el viaje.
Puedes disfrutar de muchos otros textos de Eduardo Galeano relacionados con África pinchando en el siguiente vídeo, perteneciente a Canal Encuentro Argentina:
Vamos
a vivir un sueño. En cualquier momento podemos despertar, así que vamos a
aprovecharlo, vamos a vivirlo intensamente, muy intensamente, para que cuando
acabe y nuestros ojos se abran a otra realidad, no añoremos lo que hemos
perdido sino conservemos lo que hemos ganado. Así sueñan los niños de la Casa
de Acogida de Anidan en la isla keniana de Lamu, una manera de entender la vida
que resuena en ellos como un mantra o, mejor dicho, como el repicar de un
tambor. Es el ritmo que han aprendido con el proyecto ‘Tambores para la convivencia’.
Anidan-Bloko del Valle Juniors Band en Lamu.
“Lo
que hicieron esos pibes en una tarde cuesta cuatro meses conseguirlo con la
gente de aquí”, asegura Unai Cañada, director de Bloko del Valle, una
Asociación Músico y Sociocultural sin ánimo de lucro con sedes en Tenerife y Bilbao. En 2010 llegaron a Lamu, en Kenia, para colaborar con la
Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) Anidan que ayuda a
niños huérfanos y abandonados. En un inicio, el plan era ir para poner
en marcha la iniciativa ‘Dona tu tambor’, que consistía exclusivamente en
llevar estos instrumentos a este centro y crear una escuela de percusión;
pero rápidamente esta idea tornó en el proyecto ‘Tambores para la convivencia’,
que pone en práctica un concepto de la solidaridad mucho más amplio.
A
la entrega de tambores en la Casa de acogida y las clases de percusión con
medio centenar de niños, se une un intercambio cultural que traspasa las
fronteras del país africano y que ya ha llevado a once jóvenes de Lamu a hacer
una gira por Italia y España con jóvenes músicos de estos países. Un
intercambio cultural que Bloko del Valle entiende como “hermanamiento”, que
concibe la solidaridad como el acto de dar y recibir porque lo cierto es que el
entorno europeo puede aportar mucho a nivel material, pero quien haya visitado
realidades como las de este rincón de Kenia sabe que ellos pueden proporcionar
una riqueza emocional que pone al descubierto las carencias de la cultura
occidental. De este modo, como dice Unai Cañada, “nosotros le podemos
proporcionar herramientas para darles un futuro”: la enseñanza musical, conocer
otros lugares,... Pero ellos “nos enseñan una visión más humana del mundo”.
Primer concierto de la Gira Tambores para la convivencia
con ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Band y la Joven Orquesta
y coros de la Accademia di Santa Cecilia de Roma. / Fotografías
tomadas de blokodelvalle.com
Concierto de despedida de de la Gira Tambores para la convivencia ,
en Zaragoza, con ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Bandy los
jóvenes del Orfeón Donostiarra, la Orquesta Sinfónica de Euskadi. /
Fotografías tomadas de blokodelvalle.com
Cuando
te quedas dormido desconectas de la realidad que te rodea, a veces para bien y
a veces para mal, por eso también existen las pesadillas. En los sueños, como
en la vida, todo tiene un comienzo y un final, como viene se va. Te despiertas
y vuelves a tu realidad. Los jóvenes de Lamu ya han regresado de su gira
europea y ahora se despiertan cada mañana en su centro de acogida. Antes de
compartir la experiencia con Bloko del Valle, vivían una realidad en la que los
otros niños se metían con ellos, eran los abandonados, ya sabemos lo crueles
que pueden ser los críos... Ahora les piden autógrafos por las calles. Cuando
estaban de gira sentían vergüenza de no saber usar el
cuchillo y el tenedor, su costumbre es comer con las manos, hasta que les
enseñaron a sus compañeros europeos a disfrutar chupándose los dedos. El sueño ha terminado, pero la autoestima
de estos niños kenianos no ha hecho más que crecer.
La
Asociación Bloko del Valle volverá a Lamu este año. Primero en agosto y luego
en noviembre. El verano es para disfrutar, por eso su plan es ir a pasar las
vacaciones con los niños. Llegarán unos meses después del atentado a la
Universidad de Garissa, cuando seguramente ya no sea noticia. Ahora mismo lo
es, se trata de un hecho grave, terrible, y ha de darse a conocer. Pero su
difusión irremediablemente trae consigo la propagación del miedo que tanto
pretenden los autores de la masacre al tiempo que potencia el destierro a la
imagen de un todo inseguro y desgraciado que mediáticamente se realiza a los
países en desarrollo. Y entonces llegan los ciudadanos de este país africano y
alzan la voz para reivindicar que las personas a las que les han arrebatado la vida no son sólo un número, y la repercusión en los medios acoge tintes
humanos, pone cara, conecta y logra, aunque sea sólo instantáneamente, ver a
Kenia con otros ojos y mirarla de frente. Lo mismo que lleva haciendo casi
cinco años la asociación Bloko del Valle a través del proyecto ‘Tambores para
la convivencia’. Una iniciativa que no ha cosechado titulares, pero en la que
encaja en toda su dimensión la palabra re-percusión.
Los jóvenes del Orfeón Donostiarra, la Orquesta Sinfónica de Euskadi y los niños de ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Band interpretan 'Malaika'.
En los
brazos del rey Bansah no se vislumbra sangre azul, sino el rastro de una espesa
grasa de motor que el paño usado de su taller no logra borrar. Combina a la
perfección la Corona con su mono de mecánico y lo hace a kilómetros de
distancia, vía Skype, porque el último monarca de la localidad africana de
Hohoe Gbi vive en Alemania.
De
todos los nietos del viejo, fue Cèphas quien logró, con apenas veinte años, la
oportunidad de ir a tierras germanas para realizar un intercambio cultural.
Allí empezó a estudiar mecánica, allí conoció a la mujer con la que formaría
una familia y allí montó su propio taller de reparación de vehículos. Pero el
abuelo, que era también el rey de Hohoe Gbi, murió; y de todos sus
descendientes la Corona fue a caer a manos del nieto emigrante.
C.Bansah en su taller de Ludwigshafen am Rhein (Alemania) / Fotografía: www.teinteresa.es
Emigrante
sí, pero zurdo no. Su padre y sus hermanos mayores fueron
descartados para el trono por la tendencia de sus cuerpos a la izquierda, signo
de impureza en la cultura de la sociedad de Hohoe Gbi. Así, Cèphas el diestro,
Cèphas el mecánico, Cèphas el que vivía en Alemania pasaría a llamarse rey
Bansah a partir de su coronación, celebrada en 1992.
C.Bansah en Hohoe Gbi (Ghana) / Fotografía: www.teinteresa.es
Soplaban
nuevos vientos para Hohoe Gbi, de hecho el reinado de Cèphas Bansah vendría a
agitar todas las monarquías conocidas del mundo porque ninguna, hasta el
momento, se ha llevado a cabo en la distancia. El nuevo rey lo tenía todo
pensado y no le costó demasiado contar con el visto bueno de su pueblo para
poner a aplicar su plan: él seguiría trabajando como mecánico en suelo alemán,
mientras su hermano mayor actuaría como regente en la localidad ghanesa. El
nexo de unión sería primero el fax y luego Internet; y así lleva reinando más
de veinte años.
A
través del software Skype, que le permite celebrar audiencias convertidas en
llamadas de vídeo, el rey Bansah atiende directamente a los vecinos de Hohoe
Gbi que lo soliciten y se reúne con los jefes de la región para repasar los
asuntos de este territorio de más de 200.000 habitantes. Servirse de la red le ha permitido, además, dar a conocer su particular historia y con ello poner a
la venta productos típicos de su cultura para poner solución a los problemas
sobre los que más quejas recibe: la falta de dinero para medicamentos, semillas
y educación.
C.Bansah / Fotografía: www.tgm-mcbw.de
Pero
si algo tiene de especial este reinado es haber sido capaz de fusionar nuevas
tecnologías y sociedades tradicionales. Pese a que suene a antítesis en el
imaginario colectivo, en esta localidad africana ha sido posible lo que
constituye un avance para las culturas ancestrales que no sólo implica servirse
del desarrollo actual sin renunciar a su conocimiento, sino que además admite
algo que aún hoy en día no se permite ni en las sociedades más desarrolladas:
Que un rey continúe con su vida a pesar de su linaje.
En estos
tiempos de hartazgo generalizado con los dirigentes políticos, no es de extrañar
que los ciudadanos estén deseosos de encontrar a un
buen gobernante. Lo que es menos común es que se ofrezca una millonaria
recompensa por ello. El sudanés Mo ibrahim lo hace a través de la fundación que
lleva su nombre y que entrega en África uno de los premios económicamente mejor
dotados del mundo.
Mo Ibrahim / Foto de aucegypt.edu
Cuando
se produjo el boom de la telefonía móvil, el ingeniero de telecomunicaciones
sudanés Mohamed Ibrahim, más conocido como Mo Ibrahim, se percató de que las
grandes compañías telefónicas estaban invirtiendo en este negocio por todo el
mundo, excepto en África. La pobreza y la corrupción del escenario africano los
echaban para atrás, pero para Ibrahim el riesgo de crear un operador de
telefonía móvil africano y hacerlo sin tener que pagar sobornos se convirtió en
una oportunidad de poner a prueba que otra África es posible. Y así nació
Celtel, que “con 20 millones de clientes en 15 países es en la actualidad uno de los operadores de telefonía móvil más importantes de África”.
Infografía de news.bbc.co.uk
Ya
multimillonario, este sudanés vendió su empresa y dio un paso más en el
cambio de la realidad africana al crear en 2006 la Fundación Mo Ibrahim, que se gestiona sin
subvenciones y se dedica a promover una transformación significativa en la
gobernanza de los países africanos. Para conseguirlo, esta institución ha desarrollado varias herramientas, como un foro de debate anual que reúne a
políticos, empresarios y miembros de la sociedad civil africana, así como a
socios e instituciones internacionales; una beca para desarrollar el talento de los jóvenes del continente; o un Índice de la gobernanza en África, con la fuente de datos más completa del mundo sobre la realidad de los países
africanos. Una batería de recursos que cada año se ponen en marcha para revisar
lo se que ha hecho y promover lo que queda por mejorar.
A
través de los medios de comunicación, se conoce el continente africano como un
territorio de pobreza, inseguridad y corrupción. Así es, África es todo eso pero
no todo eso es África, tal y como demuestra cuantitativamente el Índice Ibrahim
de la gobernanza africana y cualitativamente tantos otros ejemplos de cambio puestos
en marcha por ciudadanos de estos países. Y es que la realidad no es o blanca o
negra, ni siquiera la africana.
Si
juntamos todos los parlamentos del mundo sólo un 22% de los representantes del
pueblo son mujeres. Y esto es así aún cuando más de la mitad de la población
mundial sí lo es. Sin embargo, existe un país donde ocurre todo lo contrario y
las parlamentarias son mayoría. Ese país está en África.
Conocemos
Ruanda por el genocidio que el gobierno hutu promovió sobre la población tutsi hace
ya más de veinte años. Lo que no se sabe es que la crueldad sin límites de este
episodio de la historia ruandesa trajo para el país un empoderamiento de la
mujer hasta ahora sin precedentes en ningún otro Estado del mundo. La muerte o
la cárcel de los hombres hizo que las mujeres salieran de su anonimato para
ponerse al frente. Eso significó tener que ocupar puestos de trabajo que sí
estaban remunerados, lo que fomentó que la necesidad de la formación entre
ellas fuera más visible y se extendiera. Hoy Ruanda es el país con más
parlamentarias de todo el planeta, un hito en un sistema mundial
en el que sólo dos de 144 países tienen en sus hemiciclos al menos un 50% de
mujeres, según el informe elaborado en 2014 por Unión Parlamentaria y ONU Mujeres.
Mujeres parlamentarias de Ruanda junto al presidente Paul Kagame /
Fotografía tomada de mujerlife.com.-
La
ecologista keniana y Premio Nobel de la Paz Wangari Maathai ya dijo una vez:
“Cuanto más alto llegues, menos mujeres habrá”. Un atraso social que se acentúa
en el Sur, pero del que tampoco escapa el Norte. Que Ruanda sea un ejemplo en
progreso de la igualdad y el empoderamiento de la mujer es a su vez la
evidencia de que también se puede aprender mucho mirando hacia abajo.