Vamos a vivir un sueño. En cualquier momento podemos despertar, así que vamos a aprovecharlo, vamos a vivirlo intensamente, muy intensamente, para que cuando acabe y nuestros ojos se abran a otra realidad, no añoremos lo que hemos perdido sino conservemos lo que hemos ganado. Así sueñan los niños de la Casa de Acogida de Anidan en la isla keniana de Lamu, una manera de entender la vida que resuena en ellos como un mantra o, mejor dicho, como el repicar de un tambor. Es el ritmo que han aprendido con el proyecto ‘Tambores para la convivencia’.
Anidan-Bloko del Valle Juniors Band en Lamu. |
“Lo
que hicieron esos pibes en una tarde cuesta cuatro meses conseguirlo con la
gente de aquí”, asegura Unai Cañada, director de Bloko del Valle, una
Asociación Músico y Sociocultural sin ánimo de lucro con sedes en Tenerife y Bilbao. En 2010 llegaron a Lamu, en Kenia, para colaborar con la
Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) Anidan que ayuda a
niños huérfanos y abandonados. En un inicio, el plan era ir para poner
en marcha la iniciativa ‘Dona tu tambor’, que consistía exclusivamente en
llevar estos instrumentos a este centro y crear una escuela de percusión;
pero rápidamente esta idea tornó en el proyecto ‘Tambores para la convivencia’,
que pone en práctica un concepto de la solidaridad mucho más amplio.
A
la entrega de tambores en la Casa de acogida y las clases de percusión con
medio centenar de niños, se une un intercambio cultural que traspasa las
fronteras del país africano y que ya ha llevado a once jóvenes de Lamu a hacer
una gira por Italia y España con jóvenes músicos de estos países. Un
intercambio cultural que Bloko del Valle entiende como “hermanamiento”, que
concibe la solidaridad como el acto de dar y recibir porque lo cierto es que el
entorno europeo puede aportar mucho a nivel material, pero quien haya visitado
realidades como las de este rincón de Kenia sabe que ellos pueden proporcionar
una riqueza emocional que pone al descubierto las carencias de la cultura
occidental. De este modo, como dice Unai Cañada, “nosotros le podemos
proporcionar herramientas para darles un futuro”: la enseñanza musical, conocer
otros lugares,... Pero ellos “nos enseñan una visión más humana del mundo”.
Cuando
te quedas dormido desconectas de la realidad que te rodea, a veces para bien y
a veces para mal, por eso también existen las pesadillas. En los sueños, como
en la vida, todo tiene un comienzo y un final, como viene se va. Te despiertas
y vuelves a tu realidad. Los jóvenes de Lamu ya han regresado de su gira
europea y ahora se despiertan cada mañana en su centro de acogida. Antes de
compartir la experiencia con Bloko del Valle, vivían una realidad en la que los
otros niños se metían con ellos, eran los abandonados, ya sabemos lo crueles
que pueden ser los críos... Ahora les piden autógrafos por las calles. Cuando
estaban de gira sentían vergüenza de no saber usar el
cuchillo y el tenedor, su costumbre es comer con las manos, hasta que les
enseñaron a sus compañeros europeos a disfrutar chupándose los dedos. El sueño ha terminado, pero la autoestima
de estos niños kenianos no ha hecho más que crecer.
La
Asociación Bloko del Valle volverá a Lamu este año. Primero en agosto y luego
en noviembre. El verano es para disfrutar, por eso su plan es ir a pasar las
vacaciones con los niños. Llegarán unos meses después del atentado a la
Universidad de Garissa, cuando seguramente ya no sea noticia. Ahora mismo lo
es, se trata de un hecho grave, terrible, y ha de darse a conocer. Pero su
difusión irremediablemente trae consigo la propagación del miedo que tanto
pretenden los autores de la masacre al tiempo que potencia el destierro a la
imagen de un todo inseguro y desgraciado que mediáticamente se realiza a los
países en desarrollo. Y entonces llegan los ciudadanos de este país africano y
alzan la voz para reivindicar que las personas a las que les han arrebatado la vida no son sólo un número, y la repercusión en los medios acoge tintes
humanos, pone cara, conecta y logra, aunque sea sólo instantáneamente, ver a
Kenia con otros ojos y mirarla de frente. Lo mismo que lleva haciendo casi
cinco años la asociación Bloko del Valle a través del proyecto ‘Tambores para
la convivencia’. Una iniciativa que no ha cosechado titulares, pero en la que
encaja en toda su dimensión la palabra re-percusión.
Los jóvenes del Orfeón Donostiarra, la Orquesta Sinfónica de Euskadi y los niños de ANIDAN - Bloko del Valle Juniors Band interpretan 'Malaika'.
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