martes, 30 de septiembre de 2014

Los conflictos silenciosos

Para Malaui es el Lago Malaui, para los tanzanos es el lago Nyassa y en lengua inglesa se le conoce como el ‘lago Livingstone’, por ser este explorador el primer europeo que lo conoció. Estas son las nacionalidades implicadas en un conflicto territorial que después de medio siglo parece comenzar a solucionarse.


Tres países rodean el lago Malaui-Nyassa, pero sólo dos se encuentran divididos en una disputa por él. Desde que en la década de los sesenta se declararan estados independientes, Tanzania y Malaui se encuentran inmersos en una contienda por determinar a quién pertenece el tercer lago más grande de África. La orilla mozambiqueña también delimita con sus aguas, pero Mozambique ha actuado como el tercero en una discordia en la que sólo ha participado como mediador entre unas partes con ninguna voluntad de ceder en la negociación. Hasta ahora.

El Gobierno malauí ha anunciado que ya se están llevando a cabo conversaciones diplomáticas ante la “importancia de llegar un acuerdo”. Una importancia que no tiene tanto que ver con esta fuente de agua dulce, sino con el posible oro negro que alberga. Y es que Malaui, con la mayor proporción de costa sobre el lago, abrió la veda a las exploraciones de petróleo desde que en 2012 concediera la licencia a la compañía británica Surestream Petroleum. Para proceder a la prospección, Tanzania ha exigido que se llegue a un acuerdo sobre los límites del Malaui-Nyassa, cuya frontera este país sitúa en la mitad de la masa de agua, acogiéndose al derecho consuetudinario internacional. Y a la vista de la nueva voluntad de diálogo, parece que ha funcionado.

Y esa es la importancia de llegar a un acuerdo. No tiene importancia que más de dos millones de habitantes de dos Estados con altos índices de pobreza subsistan de la pesca de este lago; ni que se estime que alberga más especies endémicas de peces que ningún otro lago del mundo; ni siquiera importa que sea Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO. 

Pescador en el lago Malaui-Nyassa / FOTOGRAFÍA
TOMADA DE ipsnoticias.net
Cuando Tanzania y Malaui se independizaron y dejaron de ser colonias europeas, ni uno ni otro recuperaron la organización territorial que tenían antes de la ocupación. Un germen de conflictos que se ha extendido por gran parte de África y del que estos países no son excepción. La diferencia es que en el caso del Malaui-Nyassa no se han producido matanzas ni se han puesto en peligro intereses internacionales. Es un conflicto territorial silencioso por el que el negocio del petróleo ha podido entrar sin hacer ruido.

domingo, 21 de septiembre de 2014

El lado oculto del souvenir

Ahora que el verano llega a su fin quizás crea que se le han acabado las ocasiones de escapar de la rutina. Pues bien, no es así del todo. Al menos no lo es sí es usted de aquellos que se trae de su viaje un souvenir. Sobre todo si ha podido irse de vacaciones a un lugar que se encuentre lejos no tanto en kilómetros sino en lo distante, distinta, que puede resultar la realidad que allí se encuentra. Como cualquier país de África, por ejemplo.


Máscaras africanas / Fotografía tomada de escuelapedia.com
En el mundo globalizado de hoy en día se puede comprar una máscara africana hasta en Roma. Ése es el estigma del souvenir, su falta de autenticidad. No sólo por su auténtica procedencia, sino porque son entendidos como objetos realizados en cadena sin más fin que el de su venta. Sin embargo, si atendemos a su etimología, esta palabra francesa significa ‘recuerdo’. No tiene por qué ser un artículo de compra, puede ser una concha de las tantas que puede haber en una hipotética playa de un viaje y que tiene la capacidad, ya de vuelta a casa, de trasladar al viajero al lugar al que fue para coger aire.

Un souvenir es, según la antropóloga Emma Poulter, un “recuerdo encapsulado”, porque tiene la capacidad de atrapar en un objeto la experiencia vivida fuera de la cotidianidad. Así lo señala en un estudio sobre la colección de objetosde África Occidental pertenecientes al Museo de Manchester, a través del cual Poulter no sólo establece que el papel del souvenir es materializar el recuerdo sino que es también la evidencia de la nostalgia por lo primitivo. 

Tribu Kara / Fotografía tomada de spanish.china.org.cn

Por eso, todavía hoy, viajar a lugares como África puede parecer viajar al pasado, si el eje del tiempo que se utiliza es exclusivamente el que atañe al presente de Occidente. Pero conocer estas sociedades es también volver a los orígenes, a lo imprescindible. Y es entonces cuando lo “primitivo” no es entendido como un retroceso, sino como la recuperación de lo perdido. Soltar el lastre de las necesidades creadas y desconectar para conectar con uno mismo. De ahí que se utilice la expresión escaparse unos días (nos traigamos o no un souvenir).

sábado, 30 de agosto de 2014

Peor que el ébola

El virus del ébola no ha alcanzado repercusión mediática hasta que no ha afectado a ciudadanos occidentales. Una situación que ha traído más reacciones internacionales en lo que va de verano que en los más de seis meses que han pasado desde que se registraron los primeros posibles casos de este brote que se ha extendido desde Guinea Conakry hasta llegar a Sierra Leona, Liberia, Nigeria y ahora también a Senegal. Ante la indudable relación que existe entre la inminente respuesta internacional y el reciente eco que los medios de comunicación han dado a la enfermedad, cabe preguntarse: ¿la inconsistencia del apoyo prestado para frenar el ébola no irá en paralelo también a la escasa calidad del tratamiento informativo que se le ha dado?


En el mundo de la información que se de a conocer o no un acontecimiento depende (entre otras cosas) de su cercanía, es decir, del grado en el que el ciudadano perciba que la noticia le afecta. Por ello, no es de extrañar que, en un sistema mundial basado en la polarización entre Occidente y el resto de sociedades, para que un escenario no occidental sea cercano a la sociedad de los ‘países desarrollados’ éste ha de plantearse como una amenaza.

Es entonces cuando el tratamiento mediático que se da a lo que ocurre en los países africanos cambia. Una transformación que no tiene tanto que ver con que nunca antes un brote de ébola había provocado tantos muertos, o con que nunca había llegado a África Occidental. Tampoco con que hasta ahora ninguna cepa de este virus había traspasado las fronteras del país en el que tenían lugar las infecciones. Más bien estos hechos inéditos sirven para respaldar un enfoque informativo que tiende, por lo general, a difundir la imagen de África como un todo, una cuna de desgracias que ahora parece que puede desbordarse. Y es ahí, en ese peligro, donde está el tan oportuno acontecimiento llamativo al que dar la continuidad que habitualmente se les niega a los países africanos, pero que viene muy bien a las poco lucrativas parrillas mediáticas de los meses de verano.

Pasa en cuestiones de terrorismo y así ha pasado también con este brote de ébola, que se ha presentado a los ojos del ciudadano de a pie como una amenaza a la que puede tener que enfrentarse. Pero lo cierto es que “el ébola no es la enfermedad más contagiosa que se conoce. No se transmite por el aire ni por aerosoles. Esto la hace menos contagiosa que otros portadores de enfermedades, como el sarampión, la varicela, la tuberculosis o incluso la gripe”. Así lo recoge el Huffington Post en un artículo escrito por el profesor de Medicina de Urgencias Adam C. Levine, quien, explica que “el ébola se contagia sólo por contacto físico, especialmente por los fluidos corporales”, por lo que “lo único que se requiere para prevenir el contagio de ébola de paciente a trabajador sanitario es el uso de precauciones de contacto, que incluyen vestimenta adecuada, guantes y lavado de manos frecuente después de cada contacto con el paciente. Estas precauciones son las que siempre se llevan a cabo en los hospitales occidentales en caso de enfermedades contagiosas. No obstante, piensa en lo que ocurre en África Occidental, donde se ha extendido el ébola rápidamente debido a la falta de medidas básicas sanitarias en hospitales públicos y clínicas con equipamiento precario”.

Un testimonio en la línea del epidemiólogo Philippe Barboza, enviado a Sierra Leona por la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien en un artículo de Jose Naranjo publicado en El País, asegura que “si las medidas que se adoptan son estrictas, la probabilidad de contagios es muy baja, casi inexistente. Y en Occidente existen los medios, hay lugares de aislamiento, personal formado,... el problema está en África”. No son las únicas publicaciones que proporcionan rigor a la información al dar voz a quienes realmente aportan luz a la noticia; pero son como píldoras, se disuelven en un sistema informativo que sigue la corriente a un sistema mundial basado en las desigualdades. De hecho, según un informe del Servicio Canario de Salud para Atención Primaria sobre el brote “el virus del ébola se elimina fácilmente con jabón, lejía, luz solar o con la sequedad. Con el lavado de ropa en la lavadora se destruye el virus”.

Desde que los enfermos no son africanos, sólo unas semanas han bastado para que la comunidad internacional reaccione con medidas que han consistido en repatriar a los ciudadanos extranjeros, declarar el virus emergencia de salud pública internacional, autorizar el uso de fármacos experimentales y anunciar donaciones económicas. Pero los hospitales y clínicas que reciben a las personas contagiadas siguen contando con un equipamiento médico incapaz de frenar un virus que, según el último informe aportado por la OMS, asciende ya a 3.069 contagiados y 1.552 fallecidos.

Peor que el ébola es la falta de humanidad. Es no querer equilibrar la balanza, ni siquiera en recursos sanitarios. Y es contribuir a que todo esto ocurra al reproducir mucho más la tan conveniente idea de amenaza en lugar de cuestionar la falta de solución.

martes, 29 de abril de 2014

La semilla negra del tango

Cuando uno piensa en el tango imagina dos cuerpos embriagados de nostalgia. Acompasados en un abrazo son uno y son a la par fuerza y delicadeza. Es el ritmo que fluye por el Río de la Plata porque pensar en el tango es pensar en Argentina y Uruguay. Allí nace esta música, pero se engendra en un útero negro. Y es que el tango, en origen, era el nombre que se le daba a las reuniones de los esclavos africanos que desembarcaban en esta región del entonces llamado nuevo mundo.

“No permitan semejantes bailes y juntas las del tango, porque en ellas no se trata sino de robo y de la intranquilidad para vivir los negros con libertad y sacudir el yugo de la esclavitud”. Con esta frase, pronunciada en 1789 por el funcionario del Cabildo de Buenos Aires Manuel Warnes, el historiador argentino Ricardo Rodríguez Molas refuerza la  teoría del origen africano del tango. 


Una procedencia avalada por otros muchos especialistas que sostienen no sólo que esta palabra, empleada para designar los lugares de reunión destinados a las danzas, llegó a la región del Río de la Plata de la mano de los esclavos procedentes del Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán; sino que fue a raíz de la oleada de migración exterior que vivieron Argentina y Uruguay, a mediados del siglo XIX, que este género musical tomó forma. En ese momento, la población que predominada en Buenos Aires y Montevideo era descendiente de la esclavitud que llegó de África y fue precisamente esta comunidad de afro-rioplatenses quienes crearon las academias que servían de punto de reunión, ya no para los esclavos, sino para los millones de trabajadores de todo el mundo que llegaban a estas ciudades-puerto para “hacer las Américas”.

El tango. Óleo de Pedro Figari (Uruguay, 1861-1938). 
Poco a poco allí fue germinando una danza que para las clases altas y la Iglesia Católica era realmente un germen de indecencia que irradiaba sensualidad. Una manzana prohibida que era fruto de la fusión cultural que se vivía entonces en las zonas obreras que acogían a personas de países tan diversos y que décadas más tarde evolucionaría hasta convertirse en lo que el tango es hoy.

Muchos lavados han hecho falta para desteñir la semilla negra del tango, pero el tesoro argentino, una vez desenterrado su origen, brilla tanto como la Región de Plata que lo vio crecer. 

martes, 22 de abril de 2014

Los traficantes de lenguas

Se dice que leer en condiciones no adecuadas puede acarrear daños a la vista. Sin embargo, hay una literatura que puede ayudar al lector a enfocar mejor lo que lee y sin necesidad de usar lentes. Hablamos de obras literarias que versan sobre territorios que son lejanos para quien las lee y que, habitualmente, han sido descritas por personas que no han sabido observarlos con otra mirada que no sea la de un extranjero. Pero cuando el escritor ha crecido en el entorno que plasma en su novela y ésta cae en nuestras manos es como si esta persona nos prestara sus gafas y pudiéramos ver el mundo como él lo ve. Entonces descubrimos realidades desconocidas, o lo que es mejor, podemos ver con otros ojos escenarios que creíamos conocer. En el caso africano, para que esto ocurra tenemos que ser cómplices de un robo porque precisaremos de los passeurs du langues, o para que todos lo entiendan: Los traficantes de lenguas.

Para explicar en qué consisten los servicios de estos traficantes de lenguas usaremos una expresión de la lengua africana Tsonga, que dice: Karingana wa karingana. Se traduce como ‘érase una vez’, pero para que aquellos que no conozcan este idioma pudieran saber su significado sería necesaria la ayuda de los passeurs du langues. Esto es sólo una pista, para comprenderlo bien tenemos que conocer su historia.

A.Cesaire.-
Karingana wa karingana (recuerden: Érase una vez) un antillano llamado Aimé Cesaire. En 1935 este hombre acuñó el término ‘negritud’, con el que quería reivindicar la identidad negra frente a la visión que habían impuesto las potencias que habían colonizado los territorios donde habitaban los negros. Una visión que servía, además, para justificar la dominación de los colonos, ya que hacía entender que el negro sin el blanco no tenía más papel que el de salvaje. Con Cesaire y su negritud surge un movimiento de exaltación de los pueblos negros cuando aún ni se planteaba la independencia de las colonias. Era una lucha que creía en el poder de la palabra y se servía de revistas y libros para expresar no sólo como se sentían los negros, sino el ser negro, lo que los define expresado por ellos mismos. En ese momento había otros intelectuales negros, pero en su mayoría eran asimilados, es decir, eran personas influenciadas por una formación inculcada por las metrópolis que se basaba en que el ritmo de lo contemporáneo era el que marcaba Occidente y su presente; por lo que ellos también reproducían el canon occidental para observar la realidad. Frente a esta literatura alienada, surge la negritud como un movimiento literario que va a dar voz a los negros para revelar su mundo escuchando su perspectiva de la historia.

La exaltación de la negritud ya no arde como antes y hoy en día los países africanos ya no están sometidos a Occidente, al menos teóricamente. No obstante, la literatura sigue siendo un arma ideal para acabar con un frente que sí sigue presente en África: la perspectiva externa para describir el interior del continente. Es entonces cuando las cenizas de la negritud se plasman en un debate actual sobre la literatura escrita por africanos. Por un lado, están los que consideran que es tan importante la forma como el contenido y, por ello, rechazan difundir su mensaje si no es en su idioma tradicional. Por otro lado, aquellos que dan prioridad a que la realidad africana contada por africanos llegue a la mayor cantidad de personas posibles, lo que les obliga a adoptar la lengua del antiguo colonizador para dar el salto al resto del mundo. A este bando pertenecen los passeurs du langues, un término literario que se refiere a la acción de decir con la lengua impuesta lo que la lengua africana querría expresar;lo que conlleva, a su vez e inevitablemente, a obligar al extranjero a entender.



 


martes, 15 de abril de 2014

Sawabona

La nueva receta del amor ya no está compuesta por dos mitades, las medias naranjas se oxidan y pierden la vitamina. En los tiempos que corren, en los que la sociedad es cada vez más individualista, la fórmula del amor verdadero está compuesta por dos enteros. Y es así porque para ser feliz con otra persona es necesario trabajarse por separado, desarrollarse y sentirse bien, en primer lugar, con uno mismo. Esta es la prescripción que el psiquiatra brasileño Flávio Gikovate hace en su obra Sawabona: Sobre estar solo. Sin duda, su texto más leído al ser difundido en masa como uno de esos vídeos de atardeceres y música melódica que circulan por Internet. Sin embargo, la palabra ‘sawabona’, que Gikovate usa para dar título a su teoría del amor en la era moderna, es un saludo de las sociedades tradicionales africanas.

Fragmento de uno de los vídeos sobre la obra de F.Gikovate.-
En el sur del continente hay una forma de saludar que esconde toda una filosofía. A través de la palabra ‘sawabona’ se da entender que se respeta y se valora a alguien, y que por eso, esa persona es importante para quien saluda. Como respuesta a este mensaje se contesta ‘shikoba’, que quiere decir: “entonces, yo existo para ti”. Se cierra así el círculo que protege un pensamiento ancestral de estas sociedades africanas, que no entienden la vida si no es en comunidad. Una colectividad que funciona porque está compuesta por sus miembros, uno a uno son la suma.

No es dependencia lo que en estas culturas se manifiesta, es asociación. No están unidos porque se necesitan, se necesitan porque están unidos. Se trata de una convivencia que deslumbra, como diría Eduardo Galeano “que no se puede mirar sin parpadear” porque deja atónito al mostrar una lectura del individualismo que no tiene nada que ver con el egoísmo. Es como el mar de fueguitos del escritor uruguayo: si la es la comunidad brilla es porque “cada persona brilla con luz propia”. Es la teoría que Gikovate usa para las relaciones afectivas trasladada, en África, a todos los vínculos existentes entre los seres vivos. Es la biodiversidad hecha saludo.


martes, 8 de abril de 2014

Belleza incolora

Sumar albinismo y África da como resultado, casi siempre, una resta: la de las vidas que se pierden con motivo de la superstición que existe en muchos países africanos acerca de los negros de piel blanca. Hagan la prueba en Internet, el buscador les servirá miles de entradas relacionadas con la persecución, maltrato y muerte que se les da a los africanos que tienen esta mutación genética. Pero la percepción del albinismo puede cambiar completamente si concretamos la búsqueda a un nombre, el de Thando Hopa: La joven sudafricana que ha transformado los ritos de albinismo al mostrarlos como un culto a la belleza.

T.Hopa/forosperu.net.-
“Soy persona con albinismo, no albina”, dice Thando Hopa en una entrevista. Estas palabras dejan patente la discriminación que sufren quienes tienen esta palidez extrema. Sin embargo, la única diferencia entre una persona que tiene albinismo y otra que no lo tiene es su condición genética. Una mutación hereditaria que hace que los cuerpos que la contienen no produzcan melanina, que es lo da color a la piel, el pelo y los ojos.  Su aspecto de tan blanco deslumbra, llama la atención; y esto unido a que el albinismo está asociado a problemas de visión y, por supuesto, sensibilidad a la luz, estigmatiza a estas personas, o bien considerándolas enfermas o bien siendo objeto de supersticiones.

Tanto es así que tener albinismo en África significa enfrentarse a dos problemas: El sol y, en función del país en el que se esté, también a la creencia de que su decoloración en unos rasgos claramente negros son síntoma de maldición. Y en cierto modo lo son porque en quince de los 54 Estados africanos son mutilados o asesinados en rituales en los que sus órganos son añadidos a unas pócimas denominadas ‘muti’, que se cree que facilitan la extracción de diamantes y traen fortuna. De ahí que sea precisamente en Tanzania y Burundi, con gran cantidad de yacimientos de minerales, donde más abunda esta práctica.


En Sudáfrica, los negros con albinismo están a salvo, al menos de que les den muerte por no tener melanina. Lo cierto es que son motivo de burla cuando son niños y en algunos casos, ya de adultos, tachados de no entender la identidad negra. Por ello, Thando Hopa se decidió a ser la imagen de la lucha contra la discriminación hacia el albinismo. Esta sudafricana de 24 años compagina su trabajo como fiscal en los juzgados de Johannesburgo con su actividad de modelo, una carrera esta última que empezó hace dos años cuando el diseñador Gert Johan Coetzee le propuso participar en una campaña para cambiar los prejuicios que se tienen sobre esta mutación genética. Ahora protagoniza la exposición Albus del fotógrafo Justin Dingwall, que ha pasado las fronteras africanas para cuestionar el concepto de belleza estereotipada fruto de la globalización.


    
T.Hopa/Fotografías perteneciente a la
exposición 'Albus', de J.Dingwall.-
Albus es la palabra del latín de la que proviene el término 'albino’. Significa luz y realmente las fotografías que protagoniza Hopa lo son porque alumbran la evidencia de que belleza no sólo hay una, haciendo bello lo que se ha considerado distinto o maldito. Así, para la discriminación hacia el albinismo, también, se demuestra que no hay mejor defensa que un buen argumento.