Decía Ludwig Wittgenstein: "Los límites de mi lenguaje son los los límites de mi mundo". Como este filósofo austriaco, este blog literario y de actualidad trazará una ruta con noticias que vayamos encontrando a lo largo del globo e impresiones personales de un camino que tiene África como meta.
Retahílas literarias junto a un mapamundi periodístico, donde las palabras que más brillan son las que quieren guiar la luz del foco informativo al gran continente olvidado.
La música electrónica sale a flote en verano
más que nunca. Suena más en las radios musicales y es la reina de las pistas de
baile más veraniegas: los festivales. Un fenómeno que no pasa de largo ante los
países africanos. Allí se sumerge en tambores y cuerdas para crear su propio
sonido eléctrico. Es el caso del ‘Ancestral Soul’.
Les
presento a Boddhi Satva, el padre del ‘Ancestral soul’. Un nuevo estilo de
música electrónica que combina el soukouss congoleño con los ritmos
afrocubanos, el R&B y el hip hop. Como resultado se obtiene un sonido house
que ciertamente tiene alma ancestral, en tanto en cuanto tiene presente en su
creación la herencia musical africana. Una manera de entender la música acorde
a cómo se entiende la vida en las sociedades de este continente, donde el
pasado forma parte del día a día no como anclaje o retroceso sino como un modo
de avanzar que no olvida las experiencias que vivieron los que ya no están.
Ancestral Soul, primer disco de Boddhi Satva.-
Una
filosofía que en las llamadas ‘sociedades modernas’ puede chirriar pero que
trasladado a la música muestra que el género electrónico y el africano no son
antagónicos en absoluto. Tanto es así que el primer disco de Boddhi Satva, que lleva
por nombre precisamente Ancestral Soul,
le convirtió en el protegido del veterano DJ estadounidense Louie Vega y le
abrió las puertas de la casa discográfica Yellow, del reconocidísimo DJ francés
Bob Sinclar, tal y como cuentan en una recomendadísima entrevista que Gemma Solés i Coll le hizo a Satva para Wiriko.
Transition, último disco de Boddhi Satva.-
Ya con sello propio, Offering Recordings, este DJ y productor centroafricano ha publicado estaño su segundo álbum, Transition. Un nuevo trabajo al que no sólo ponen voz identidades musicales de países africanos sino también
británicas o norteamericanas, como los raperos estadounidenses Georgia Anne Muldrow y Dudley Perkins; el británico Omar Lye Fook (cuya colaboración con Satva aparece al final de este artículo en forma de vídeo); o del lado africano, el congoleño Kaysha; la keniana Karun; el cantante con raíces caboverdianas Nelson Freitas; o el grupo germano-chadiense Les Nubians, que a mí particularmente me encantan y en los que la rutha ya se detuvo en una entrada anterior. En cualquier caso, tanto con el ritmo como con la voz, Boddhi Satva
está de acuerdo con eso de que en la variedad está el gusto. Una opinión que en
el continente no es nueva en la medida en que otros estilos de música
electrónica como el ‘Azonto’, de Ghana; el ‘Congotronics’, de la República
Democrática del Congo; o el ‘Kwaito’ y el ‘Shangaan electro’ de Sudáfrica ya no
son ninguna novedad (el ‘Kwaito’, por ejemplo, se remonta a la década de los noventa).
Y en realidad no debería extrañarnos que los rudimentales ritmos tradicionales
africanos se entendieran tan bien con la moderna electrónica. Al fin y al cabo,
no hay lenguaje más universal que la música.
Vídeo oficial de 'Benefit', canción incluida en Transition.
La arena
es finita, y no sólo en forma. Este material procedente de la degradación de
las rocas es también un recurso agotable. Es algo que no se tiende a pensar
cuando uno está tumbado en la playa, pero lo cierto es que cada vez será más
probable que la arena que vemos en las costas provenga de un lugar que no es el
que se tiene delante. Ocurre por ejemplo en la playa de las Teresitas, donde
cientos de bañistas que se tuestan bajo el sol de Tenerife en realidad están
pisando el desierto del Sahara.
La
arena de las costas de Tenerife es, en la mayoría de los casos, de color negro.
Hasta mediados del siglo pasado la playa de Las Teresitas también tenía este
tono; pero sobre todo tenía callaos. No era la zona bañista amplia y concurrida
que es hoy; entonces apenas tenía arena y su cantidad iba disminuyendo cada vez
más como consecuencia del abastecimiento que de ésta hacían las empresas de
construcción. Sin embargo, era el pedazo de costa que quedaba de una ciudad que
le había ganado espacio al mar con la creación del puerto marítimo. De ahí que
el Ayuntamiento decidiera ir a buscar la arena a El Aaiún, en ese momento
colonia española del norte de África. Desde allí se trasladaron 270.000 toneladas de este material que terminaron de sustituir, ya en 1973, el origen
volcánico de esta costa por arena del desierto. Una obra faraónica que no tardó
mucho en volver a reiniciarse, pero en esa ocasión en el año 1998, cuando el Sahara
ya no era español, sino estaba ocupado militarmente por Marruecos, por lo que
el pago fue a parar a las arcas del Reino Alauita.
Un carguero con arena procedente de El Aaiún en el puerto de Santa Cruz de Tenerife (2011) / Foto: Puente Humano.-
En el caso de Canarias, en el que la costa es
pilar de la economía, esto no tendría por qué plantearse como una balanza en la
que en un lado están los intereses de los canarios y, en el otro, el compromiso
internacional o el valor solidario. Sólo hay que mirar lo que funciona en otras
partes del mundo, al fin y al cabo, la desaparición de arena es un fenómeno
global principalmente porque se requiere de este material para hacer hormigón,
que se usa en la construcción de autopistas o edificios; pero también porque
contiene silicio, un componente con el que se fabrican móviles y ordenadores.
Tanta arena se consume que incluso supera al petróleo.
denuncia la sobreexplotación de arena a lo largo del mundo.-
De ahí que en Florida pasara exactamente lo mismo que en Tenerife, pero allí encontraron otra solución: regenerar las playas con vidrio reciclado que, al pulverizarse, actúa exactamente igual que la arena. Y funciona, tanto es así que incluso las
tortugas están volviendo a las orillas a poner sus huevos, por lo que no son
castillos en el aire. Precisamente se trata de que sigan siendo castillos de
arena.
Primero
fueron esclavos, luego su opresión recibió la etiqueta de colonizados, ahora
son caboverdianos y este domingo celebran cuarenta años de soberanía. El
archipiélago volcánico de Cabo Verde está marcado a fuego por la lírica, en sus
orígenes de leyenda y en su independencia, que mucho antes que política fue
cultural y vino de la mano de una revista.
La
leyenda cuenta que cuando se creó el mundo fueron arrojados diez granos de
tierra que el viento se encargó de desperdigar a barlovento y sotavento. Así se
dividen las diez islas que forman Cabo Verde, esos deus grazinhos de terra que narra la tradición oral que fueron a
caer en el Atlántico, muy cerca del extremo más occidental de África, la
península de Cabo Verde, que da nombre a este Archipiélago convertido en país
desde el cinco de julio de 1975, cuando dejó de ser oficialmente colonia de
Portugal. Sin embargo, cuatro décadas antes de que esto ocurriera la identidad
reprimida de los caboverdianos ya había salido a la luz a través de la revista Claridade. Y lo hizo precisamente a raíz
de los medios que había puesto Portugal para justificar la necesidad de
establecerse en el Archipiélago.
Imagen sobre la esclavitud tomada de profesor-daniel-alberto-chiarenza.blogspot.com.es.-
Cuando
en el siglo XV los portugueses desembarcaron en la isla de Santiago lo hicieron
para quedarse. Allí constituyeron la que llegó a ser la ciudad europea más
longeva del Trópico, Cidade Velha. Normal, era un chollo, en las islas no había
un alma y África estaba al lado repletita de esclavos que transportar hacia
América. Así, el Archipiélago macaronésico se convirtió de la mano de Portugal
en el lugar ideal para albergar a los esclavos africanos hasta que les llegara
el turno de ser vendidos al Nuevo Mundo.
Con
el paso del tiempo, el motivo de que Cabo Verde se convirtiera en una tierra
desde la que partir ya no era la esclavitud. Desde que fue abolida en el siglo
XIX, las generaciones nacidas de colonos y esclavos que ya en ese momento
habitaban las Islas, empezó a emigrar en masa hacia América y África. Una
emigración que no cesó en tanto en cuanto la sequía y la pobreza no dejaron de
asolar a los caboverdianos.
Mientras
tanto, la Metrópolis tenía que justificar de cara al sistema internacional la
propiedad de unas tierras que estaban a miles de kilómetros de su nación. Por
ello hizo de Cabo Verde baluarte de la necesidad civilizadora de los
territorios colonizados bajo su bandera. Por ello, ya en 1842 instalaron la
primera imprenta en este territorio, para la edición del Boletín Oficial, eso
sí, pero que trajo consigo una creciente incitación a la lectura. Además
crearon un centro de enseñanza, el Seminario-Liceo de San Nicolau, y hasta una
biblioteca en Praia, que hasta bien avanzado el siglo XIX sería la única de
toda el África portuguesa. Todo ello fue el caldo de cultivo de los impulsores
de la cultura caboverdiana, una rica fuente de creación como vía de escape que,
si bien tiene en la música su arrorró, es en la literatura donde reside su
despertar.
Baltazar Lopes, en el extremo de la derecha, y Jorge Barbosa, sentado al medio / Foto tomada de http://amnhoroque.blogspot.com.es/
Obra del pintor caboverdiano Kiki Lima.-
Como
si fueran luciérnagas en la oscuridad, Jorge Barbosa y Baltazar Lopes se
pusieron al frente de Claridade.
Junto a otros muchos escritores, este proyecto literario que publicaba
periódicamente prosa de ficción, sacó a la luz una realidad en la que se
reconoció todo caboverdiano, marcada por tres ejes que son un todo: mestizaje,
el contraste y la añoranza. Una mezcla
presente de raíz, por sus orígenes fruto de oprimidos y opresores, por las
fuentes culturales europeas, africanas y americanas de las que a lo largo de su
historia han bebido; y sobre todo por el sentimiento de sodade, esa suspiro que surge tanto al marchar de la tierra natal
como al quedarse y soñar con progresar. Por eso, Cabo Verde son islas útero,
porque su seña de identidad es el sentir que no hay nada como el calor del
hogar y al mismo tiempo desear salir a lo que debería ser la vida. Una
mescolanza de contrastes que en el caboverdiano cobra su propia armonía.
La caboverdiana Cesária Évora, madre de la Morna,
canta a la 'Sodade' en su álbum Miss Perfumade (1992).-