martes, 20 de noviembre de 2012

Te toca mover ficha, Egipto


Como si se tratara de un efecto dominó, desde que el pasado miércoles se pusiera en marcha la operación militar ‘Pilar de Defensa’, las últimas estrategias geopolíticas que se cuajaban en la región que abarca el conflicto palestino-israelí se tambalean. Ante el lanzamiento de misiles contra Israel por parte de su brazo armado, Hamas ha visto frustrada su necesidad de pacificar la zona para alinearse con Egipto, que a su vez, necesita alinearse con Estados Unidos (tradicional aliado de Tel Aviv) para seguir mereciendo su generosa financiación tras pocos meses de mandato. Así, el Estado egipcio es el mayor interesado en mediar lo antes posible el final del nuevo capítulo de una saga de conflictos entre palestinos e israelíes que parece no tener desenlace.

Egipto tiene una importancia clave en el mundo árabe. Es el segundo país más poblado de África y tiene una gran influencia en el plano político de la región. Además, su ubicación fronteriza con Israel y la Franja de Gaza le sitúa en una posición clave en el conflicto palestino-israelí. Sin embargo, más allá de los factores geográficos, el componente religioso, que en esta parte del mundo constituye la ideología en la que se basa la política, tiene si cabe más peso en el papel que desempeña El Cairo en los nuevos ataques entre los árabes y los judíos.
Los Hermanos Musulmanes, partido que gobierna desde este verano Egipto, es de tendencia islamista moderado, pero comparte las mismas raíces que Hamas, basadas en el fundamentalismo islámico. Este vínculo ha llevado a esta organización islamista a tratar de estrechar lazos con el poder egipcio con el fin de ganar peso en territorio palestino, ya que quien gobierna allí es la Autoridad Nacional Palestina, conforme a los Acuerdos de Oslo de 1994.

M.Mursi e I.Haniyeh/REUTERS.-
Las negociaciones entre iguales son más fáciles y, a raíz de la respuesta de El Cairo a la ofensiva israelí, parece que estaban dando sus frutos. Aunque ganar poder en Palestina hubiera sido más conveniente con un clima pacífico, lo cierto es que Hamas está obteniendo apoyo de El Cairo igualmente. Y es que no hace ni una semana desde que se desatara esta nueva fase de agresiones en Gaza y el presidente egipcio, Mohamed Mursi, ya ha llamado a consultas a su embajador en Tel Aviv, ha pedido que se reúna la Liga Árabe y el Consejo de Seguridad de la ONU, ha abierto el paso fronterizo de Rafah para permitir la evacuación de los palestinos heridos y repartir ayuda humanitaria, e incluso ha advertido que su país “no dejará a Gaza sola”, al tiempo que ha calificado la operación ‘Pilar de Defensa’ efectuada por las Fuerzas israelíes de Defensa (IDF) de “agresión contra la humanidad”, según las agencias consultadas por RTVE.
De hecho, durante su visita a la Franja el pasado viernes, acompañado por el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, Mursi declaraba: “No podemos callarnos ante esta tragedia y todo el mundo tiene que asumir su responsabilidad. Israel tiene que respetar los tratados internacionales que ha firmado”.
No está de acuerdo la Casa Blanca. Para su portavoz, Jay Carney, no se puede hablar de respeto a tratados internacionales cuando se actúa en “defensa propia”. Egipto tiene que calcular bien sus acciones en este sentido. Puede estar cerca de Hamas, pero posicionarse en contra de Israel es estar lejos de la financiación norteamericana. Y Obama lo sabe. Lo primero que ha hecho el presidente estadounidense es hablar directamente con su homólogo egipcio para pedirle calma y para recordarle que Tel Aviv está legitimado a defenderse.
Palestinos acompañan el cadáver de Yabari/EFE.-
Proyectil lanzado por las fuerzas de Hamas hacia Israel/EFE.-
A falta de apenas dos meses para que se celebren las elecciones anticipadas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tiene que medir bien sus pasos. La violencia desatada una vez más en Gaza puede ser un arma de doble filo. O bien refuerza su posición a la cabeza de las encuestas y renueva su mandato el próximo 22 de enero, o se hunde con informaciones como la que publica estos días la prensa en Israel, en relación al papel mediador en las treguas con Hamas que realizaba su jefe militar, Ahmed Yabari, quien fue asesinado por Israel.
En cualquier caso, no se puede decir que esta muerte haya sido el único motivo que ha desencadenado la vuelta al conflicto. En lo que va de año, el brazo armado de Hamas, las brigadas Ezedin al Qassam, han lanzado más de 700 misiles desde Gaza. Es inevitable que este episodio recuerde a la operación “Plomo fundido”, que causó, en 2008, la muerte a 1400 palestinos. Fue la respuesta del IDF para detener el lanzamiento de misiles caseros contra las localidades israelíes próximas a la Franja de Gaza. Entonces, como ahora, la única manera que ha encontrado Israel para neutralizar esta amenaza es el recurso de la fuerza militar. 

Desde que comenzaran de nuevo a sonar las sirenas de guerra hace seis días, la agencia palestina Maan cifra en 88 las personas muertas en Gaza a causa de los ataques israelíes y tres personas en Israel por los proyectiles palestinos. La dimensión internacional del conflicto palestino-israelí va más allá de las manifestaciones ciudadanas que a lo largo del globo se desatan para que se ponga fin al derramamiento de sangre, más allá de los titulares que a nivel mundial se difunden a través de los medios de comunicación, e incluso de las declaraciones de los líderes de gobiernos extranjeros que afirman lamentar la situación. Los ataques propiciados en defensa de la causa de ambos bandos trascienden los intereses tanto de Palestina como de Israel. Se salen del tablero donde se juegan la vida los que viven en este territorio para abarcar los intereses de países vecinos que quieren ganar peso en la región o de potencias extranjeras que quieren mantener su posición estratégica dentro de ella. 
Edificio destruido por Israel en Gaza/EFE.-

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La lucha mediática y la lucha silenciosa: Las dos formas de Obama para librar batallas en suelo africano


Seguridad y riqueza, dos buenas razones para emprender una lucha por la que posicionarse en África. La presencia de Al Qaeda en el Sahel y su papel en el conflicto de Mali ha llevado a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a trasladarse a Argelia para que tome partido a favor de Bamako y de la ONU en la guerra que se avecina. El otro enemigo de Estados Unidos en el continente también es asiático, pero nada tiene que ver con el Islam. China remplaza desde 2009 a las potencias norteamericana y francesa en las relaciones comerciales con los países africanos.

FOTOGRAFÍA/AGENCIA EFE.-
Este martes, el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos, Barack Obama, ha sido reelegido para un nuevo mandato. Su política para África, sin embargo, no es histórica en ningún caso. Se trata del clásico renovado de las potencias de primer y segundo orden en el territorio africano: El neocolonialismo, convertido, en su última fase, en una guerra de recursos entre las potencias extranjeras situadas en el continente.
Desde 1960, cuando comienza la etapa de la descolonización, Estados Unidos mantuvo, con el apoyo de las potencias europeas, un pulso geopolítico contra la Unión Soviética por el control de África. Con la caída de la URSS, los bandos cambiaron y la rivalidad surgió y se acrecentó entre el frente estadounidense y el francés. Acostumbrados a su hegemonía en el continente los franceses y ganando poder sobre África los norteamericanos, ambos bandos financiaron ejércitos de países africanos, así como guerrillas enfrentadas. El plan consistía en que lucharan unos contra otros para favorecer principalmente los intereses de las empresas privadas de cada uno de los bandos instaladas en cada país, disfrazándolo de rivalidades étnicas.
Sin embargo, a partir de 2009, un nuevo enemigo entró en escena para cambiar la estrategia del conflicto. El gigante asiático realizaba negocios desde hacía cuatro años con países africanos sin que supusiera una amenaza relevante. Hasta que lo fue. El súbito avance comercial de Pekín, que se incrementó notablemente durante la crisis mundial, torció los planes de Estados Unidos y Europa, que en la actualidad siguen trabajando juntos para evitar la influencia china.
La crisis económica que comenzó en 2008 produjo que tanto los estadounidenses como los franceses redujeran sus misiones militares y comerciales con África, dejando el terreno libre a las empresas petroleras y mineras de China. Cuando la OTAN toma Libia, tres años más tarde, la situación vuelve a dar un giro y Washington comienza a posicionarse de nuevo en África a través del incremento de alianzas entre la Casa Blanca, que aportaba tropas militares, y los países africanos, que contienen valiosos recursos y, a su vez, numerosos conflictos sangrientos que los desestabilizan.
En este contexto de incremento de su presencia en el territorio es cuando la potencia norteamericana juega la carta del desprestigio contra China. Después de que tuviera lugar en algunos países la ola de cambio social que supuso la primavera árabe, Washington trata de convencer a los africanos de que Pekín nunca va a apoyar los derechos sociales ni la democracia de sus pueblos, ya que en su país ninguno de estos elementos se respetan.
FOTOGRAFÍA COGIDA DE CHINA FILES.-
Esto es cierto. A diferencia de Estados Unidos, China mantiene relaciones con todos los gobiernos de África, sin cuestionar sus políticas internas, aún cuando éstas son claramente contrarias a los derechos humanos. La diferencia con el colonialismo occidental reside principalmente en que al imperialismo chino no le importa, en este sentido, su imagen exterior. China está presente en el continente para obtener beneficios económicos, sin más. Las potencias occidentales también, pero en su modus operandi los conflictos internos son una garantía de éxito: Mientras sigan existiendo, ellos tendrán cartas que jugar. Sin embargo, Pekín, aunque se aprovecha de sus recursos y contamina el agua y los suelos con estas actividades, tal y como hacen las antiguas colonias, también vende a los territorios africanos donde opera sus productos manufacturados, al tiempo que realizan obras de infraestructura (de corte típicamente chino, eso sí) con mano de obra local, contribuyendo al desarrollo económico de esas zonas donde tiene presencia. Algo que, en ningún caso, hace Occidente.
Esta es la batalla silenciosa, la que se ha de buscar siguiendo el rastro en un espacio informativo prácticamente inexistente y diluido, escondido, en los cuatro años que coinciden con el periodo Obama.

La otra lucha es más visible. Se difunde por cualquier medio de comunicación: El conflicto de Mali. El motivo de esta diferencia en el trato de la información es que Al Qaeda sí es noticia. Nos han convencido de que la seguridad contra el terrorismo, cuando éste es islámico, nos afecta a todos. A diferencia de la explotación de los recursos naturales de África, que lejos de beneficiar a las necesidades del continente de donde emergen, llena exclusivamente los bolsillos de las potencias extranjeras a través de sus empresas privadas.
En esta batalla, una vez más, la alianza entre París y Washington vuelve a estar presente. En esta ocasión para hacer presión ante el Consejo de Seguridad de la ONU para que tome posesión en el conflicto de Mali a favor del Gobierno de Bamako, quien quiere recuperar la independencia del norte del país en manos de los Tuareg. Sin embargo, estos nómadas poco importan en esta contienda. Es la ocupación de la zona norte malí por grupos terroristas islamistas, encabezados por Al Qaeda en el Magreb Islámico, lo que realmente ha propiciado la participación internacional en un territorio semidesértico tan grande como rico en recursos naturales que explotar a cambio de restablecer el orden anterior. En esta guerra que se avecina en Mali, la cuestión de la seguridad contra el islamismo radical es importante, pero el beneficio económico también. Ya la semana pasada Hillary Clinton viajó a Argelia para entrevistarse con su presidente, Abdelaziz Bouteklika, para que tome partido en el conflicto, ya que hasta ahora ha tratado de mantenerse al margen, a pesar de haber sufrido ataques de los movimientos terroristas. Se espera que para el mes de diciembre el presidente francés, François Hollande, efectúe un viaje también a Argel para solicitar su apoyo en el Sahel.

En julio de 2009, cuando aún no se había cumplido un año de su elección como presidente de Estados Unidos, Obama pronunció un discurso en Ghana, durante su primera visita oficial al África Subsahariana. En él transmitía al pueblo africano estas palabras: “Si yo pude, vosotros podéis. Mi familia tiene la misma historia de tragedias y triunfos que la larga historia de África. Mi abuelo fue un cocinero para los británicos en Kenia a quien, pese a ser un viejo respetado en su pueblo, sus jefes siempre llamaron boy. Mi padre criaba cabras en una pequeña aldea. Yo pude. Vosotros tenéis la palabra. El mundo será tal y como vosotros lo hagáis. Podéis sacar a África del ciclo de desgobierno y conflictos en el que vive y crear un futuro mejor. Yes you can!”.
Un ciudadano de Accra (Ghana) durante la intervención de Obama en su primer
viaje al África Subsahariana. FOTOGRAFÍA/REUTERS.-
Los intereses de la política responden a dos causas: El enriquecimiento y los ideales. Cuando los intereses afectan a la política interior, es la ideología la que más pesa. Pero cuando los intereses se buscan fuera, el posicionamiento económico es lo que prima. Obama representa el sueño del cambio y es, como presidente de la potencia más poderosa del mundo, lo que la democracia a los sistemas políticos: La mejor opción posible. No obstante, su mensaje evidencia una trampa: La misma persona que lo pronuncia es el representante de uno de los actores internacionales que fomenta que eso no ocurra. Al fin y al cabo, el desarrollo social está ligado al desarrollo económico, siendo imposible que el primero exista si dicha sociedad está condenada a una economía de subdesarrollo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

El barco que hundió a un Gobierno

Hoy se cumplen diez años del segundo mayor naufragio de la historia. Mucho más reciente que el Titanic, mucho más catastrófico y mucho más desconocido. El 26 de septiembre de 2002, un total de 1953 personas (casi 300 más que el famoso trasatlántico) perdieron la vida en aguas africanas, frente a la costa de Gambia. Es la tragedia del barco de pasajeros de propiedad pública senegalesa Le Joola, que hizo dimitir al Ejecutivo de ese país en peso.
 
Le Joola, en el puerto de Ziguinchor.-
La noche del 26 de septiembre de 2002 el barco estatal Le Joola realizaba su trayecto regular desde Dakar hasta Ziguinchor, capital de la región de Casamance, al sur de Senegal. Era una embarcación fabricada en Alemania adquirida por el Gobierno senegalés hacía algo más de una década, en el año 1990. Sólo tres semanas antes de su hundimiento, había reanudado su servicio tras una revisión de sus motores. Y aún así, no aguantó la tormenta. El motivo: A bordo del ferri habían casi 2000 pasajeros, mientras que su capacidad oficial era para 600.
Ruta del Le Joola.-
“Sobre las once de la noche, empezó a llover muy fuerte y toda la gente corrió a refugiarse en el interior. Entonces el barco se inclinó hacia un lado, se apagaron todas las luces y empezó el caos”, relata a el diario ‘El País’ Mariama Diouf. En un reportaje firmado por José Naranjo, la única mujer superviviente de la catástrofe cuenta como en cuestión de segundos el barco se volcó, quedando la multitud atrapada en su interior. Sus palabras delatan la evidencia de que el Le Joola no estaba diseñado para albergar a tanta gente, ni para navegar en alta mar.
 
No es este el único fallo que apunta al Gobierno, como propietario de la embarcación. La ayuda de la Marina senegalesa tardó 19 horas en llegar para socorrer a unos naúfragos que, en su mayoría, ya eran cadáveres. Hubo víctimas de once nacionalidades distintas, entre ellas, una treintena de personas procedentes de Francia, Bélgica o España. En el caso en concreto de España, tres fueron las víctimas. La lista de desaparecidos no se pudo establecer hasta mucho después, ya que, entre otras razones, los niños no estaban incluidos como pasajeros. Por ello, aunque la lista oficial habla de 1863 fallecidos, los familiares de los pasajeros elaboraron un nuevo recuento incluyendo a las personas que viajaban sin título de transporte. La cifra de muertos ascendió a 1953, de los cuales sólo se consiguieron recuperar 600 cuerpos, siendo identificados únicamente un centenar. Así, de las casi 2000 personas que partieron de Dakar hace diez años, sólo pudieron ser rescatados 64 supervivientes. 

Imagen del ferri volcado.-

En el año 2003, la Fiscalía General del Estado atribuyó toda la responsabilidad del accidente al capitán del barco, Issa Diarra, y ordenó el cierre de la investigación. Francia es quien ha pretendido continuar este proceso judicial, bloqueado por unas autoridades senegalesas que han pedido su nulidad y que no parecen tener interés en reabrir unas heridas que llevaron a la dimisión de los ministros de Infraestructuras y Defensa primero, y al Ejecutivo en pleno, después; pese a que el presidente de Senegal durante la tragedia, Abdoulaye Wade, admitió la responsabilidad del Estado en el suceso y ofreció una indemnización equivalente a unos 11.500 dólares por cada víctima, oferta que fue rechazada por el 20 por ciento de los familiares.
Sin embargo, lo cierto es que estas heridas no se pueden reabrir porque aún no se han cerrado. Continúan ahí como el Le Joola, que junto a la mayoría de los cuerpos, sigue en el fondo del mar, a veinte kilómetros de la costa.

martes, 10 de julio de 2012

El deshielo de la última primavera comienza con un africano y finaliza con una decisión de Moscú


A diez días de que finalice el mandato de la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), el africano Kofi Annan ha dado un paso adelante en el conflicto sirio al lograr un acuerdo con el cuestionado presidente Bashar al Asad. Esta nueva propuesta viene dada tras la iniciativa tomada la pasada semana por el Grupo de Acción para Siria, que sugiere la formación de un Gobierno de transición que incluya a representantes de ambos bandos de lo que ha pasado de ser una guerra civil a un conflicto internacional, con la entrada de Turquía. Este Ejecutivo debía excluir, según el nuevo plan de Annan, a toda aquella persona cuya participación pudiera dañar el proceso de transición. La pregunta es, ¿este acuerdo alcanzado con Asad incluye su salida de Siria?


Comienza la cuenta atrás para el fin del mandato de la ONU en Siria. Desde que hace ya 16 meses comenzaran las protestas del pueblo sirio contra su presidente Bashar al Asad, un dentista criado en Londres que heredó el liderazgo de su país de manos de su padre, más de 10.000 personas (la mayoría civiles, según estimaciones de Naciones Unidas) han muerto. Ha sido este un conflicto de violencia extrema e indiscriminada, en el que, según el informe sobre la violencia contra menores elaborado por la ONU, tanto la oposición como las fuerzas de el Asad, no han hecho distinción alguna en la edad en su sangrienta batalla. “No habíamos visto nada igual hasta ahora; quizá en los casos de tortura de las guerras del Congo o Ruanda”, manifestó en conversación telefónica Alec Wargo, responsable de este informe.
K.ANNAN.- Foto de F.Bermeniev
Vuelven a sonar ecos del conflicto africano en el que, el ahora enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, fue tan cuestionado. Así, en una entrevista realizada en 2004 en el programa ‘Frontline’ de la cadena PBS, Annan manifestó acerca de Ruanda: “Fue una experiencia muy dolorosa y traumática para mí (…). Es una experiencia que, una vez vivida, forma parte de ti, de tu propia experiencia como ser humano”.
Una para ver y otra para aprender. Esta vez, el diplomático no ha esperado ningún telegrama advirtiendo de un inminente genocidio para dar la voz de alarma y desde que tomara las riendas del conflicto sirio al crear su plan inicial de paz, no ha desistido en mediar entre los actores de esta guerra, a pesar del fracaso rotundo de su plan inicial.
Las partes implicadas en este conflicto son dos: El dictador y el pueblo sirio. Pero los actores que intervienen son tan innumerables como los intereses en juego en esta región de Oriente Próximo. Y aunque no lo diga, Annan lo sabe. Las palabras que se usan en un conflicto juegan un papel tan importante como las políticas estratégicas utilizadas en él. Ambas son primordiales a la hora de mitigar o intensificar un acontecimiento bélico. De ahí, que ‘guerra civil’ no sea un término reconocido por la ONU, que se limita a reconocer la guerra en “defensa propia” en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. Y de ahí que los actores directos o indirectos presentes en los conflictos armados recurran a la acepción ‘guerra civil’ en función del interés de ampliar o reducir la percepción de violencia del mismo. Ni Libia, ni Irak, ni la antigua Yugoslavia, ni el Golfo Pérsico son consideradas jurídicamente ‘guerras civiles’. De este modo, la última guerra que se declaró fue la que enfrentó a las dos Coreas, entre 1950 y 1953, y desde entonces, todas las guerras han jugado al alza o a la baja de unos intereses que se mueven en la ambigüedad jurídica de conflicto de alta o baja intensidad.
B.AL ASAD.- AFP
El 21 de marzo de este año, el Consejo de Seguridad adoptaba la propuesta de paz de Annan. Constaba de seis puntos, de los que tres eran prioritarios: Un alto al fuego, la retirada de las tropas de los centros de población y el acceso de ayuda humanitaria al país. En la cronología del fracaso de este plan hay dos momentos claves que acontecen a finales de mayo y a finales de junio. El primer momento repercute en el problema sirio en cuanto a guerra civil, el segundo lo hace como conflicto internacional. El 25 de mayo, con la matanza de 108 personas en la localidad de Hula, se puso fin al alto al fuego alcanzado un mes antes. Por otra parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha anunciado reiteradamente sus problemas a la hora de intentar entrar a Homs, el epicentro de las revueltas, para evacuar a los heridos. El 22 de junio es el día en que las fuerzas aéreas sirias derribaron un avión turco, entrando de lleno un país extranjero en el problema sirio. Aunque no ha llegado a aclararse si dicho jet se encontraba en aguas internacionales o dentro del espacio aéreo turco, las relaciones entre Siria y su vecina Turquía ya estaban resentidas desde que Ankara encabezara la lista de asilo de refugiados sirios con 32.000 personas que han huido de Damasco. 
Sin embargo, antes de esto ya el conflicto sirio traspasaba sus fronteras, envolviendo su guerra civil en un aro internacional. El Gobierno de la familia Asad, que dirige desde hace 42 años Siria, está integrado por miembros de la rama alauí del Islam, relacionada con el chiísmo, y los insurgentes que luchan por acabar con este régimen son de mayoría suní, al igual que las monarquías del Golfo Pérsico. En este sentido, del lado de la oposición siria se encuentra Arabia Saudí; también Estados Unidos, tradicional aliado de Israel a quien el Gobierno de al Asad no ha respaldado, ofreciendo su apoyo a grupos palestinos. Asimismo, la potencia norteamericana también actúa tradicionalmente en confrontación con Rusia, uno de los países aliados al régimen sirio. Detrás del argumento de respaldo a al Asad que defiende el Gobierno ruso, en cuanto a que no debe existir injerencia extranjera en una contienda interna, no pasa desapercibido el interés nacional de esta potencia en que ningún mandato de la ONU por la paz en territorio sirio resulte efectivo, puesto que Moscú es suministrador de armas del Ejército del presidente sirio y de esta forma se asegura conservar su presencia militar, política y económica en Oriente Próximo. Junto a Rusia, en la lista de aliados de el Asad se encuentran Irán, de tendencia chií, y China.
Toda esta miscelánea de intereses ha sido llevada a la mesa por Kofi Annan, quien ha logrado sentar frente a frente a tres de los pesos pesados del conflicto (Estados Unidos, Rusia y China) al convocar a los ministros de Asuntos Exteriores de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
REUNIÓN DEL GRUPO DE ACCIÓN PARA SIRIA EN GINEBRA EL 30 DE JUNIO DE 2012
El comunicado final que aboga por medidas que garanticen el pleno cumplimiento de los seis puntos del plan de paz para Siria; así como la puesta en práctica de las resoluciones 2042 y 2043, que hacen referencia a un nuevo despliegue de observadores, incluidos los de la UNSMIS; y la formación de un órgano gubernamental formado por miembros del régimen y de la oposición “que pueda establecer un entorno neutral en el que se pueda desarrollar una transición”, ha sido suscrito por todos los miembros permanentes del Consejo. No es un paso final, pero es un paso hacia delante, teniendo en cuanta el papel de dos de sus miembros como aliados de al Asad. Y más allá de las palabras, un hecho: Rusia se ha comprometido a no entregar más aviones de combate Yak-130 ni tampoco nuevas armas al régimen sirio, lo que pone fin a una relación comercial que se remonta a la era soviética. Se cae uno de los apoyos fundamentales, si no el primordial, de Bashar al Asad, de aquí a la caída del dictador sólo tiene que soplar una brisa de viento favorable. Cuando se derritan las últimas heladas del frío invierno ruso, puede que la primavera árabe, que ha permanecido congelada en Siria, se derrita y fluya por esta árida tierra fresca democracia con la que regar a un pueblo ansioso de ver florecer su merecida libertad.

sábado, 19 de mayo de 2012

Los límites de la primavera árabe: La libertad de expresión como meta

A principios de 2011 la chispa de la revolución prendió en Túnez y desde allí se expandió al mundo árabe. Egipto, Libia, Argelia, Siria, Marruecos, Bahrein,… Con mayor o menor intensidad la primavera árabe ha estallado en forma de grito que reclama el fin de los regímenes dictatoriales en aras de unos derechos sociales más justos para el pueblo. Más de un año después, se han celebrado elecciones democráticas en muchos de estos países, en algunos los dictadores han caído y en otros pocos se ha reformado su Constitución. Pero más allá de la validez de los nuevos sistemas que están comenzando a desarrollarse en el Magreb y en Oriente Próximo, la cuestión de la laicidad se plasma como el gran tema pendiente para lograr verdaderas democracias, entendidas como Estados basados en la libertad, la justicia, la igualdad y la pluralidad. En unas sociedades que aclaman su derecho a la libertad de expresión, la religión es la próxima mecha que está a punto de detonar.

Fotograma de 'Persépolis'.-

Poco antes de que la Asamblea tunecina fuera elegida en los comicios electorales del pasado 23 de octubre, los primeros de la revuelta árabe, la cadena de televisión privada Nessma emitía la película de animación ‘Persépolis’, basada en la novela de Marjane Satrapi, que relata la revolución iraní a través de los ojos de una niña. En una de sus escenas, se representa la imagen de Dios, algo que prohíbe el Islam.
Esto ocurría el siete de octubre de 2011. Ese mismo día, centenares de salafistas protestaban en las calles de Túnez por la difusión del largometraje, intentaron incendiar la sede del medio de comunicación y embistieron la vivienda de su director, Nabil Karoui. No satisfechos con eso, estos islamistas que se posicionan en el lado más radical del arco político árabe, prendieron fuego a dos coches situados enfrente del domicilio de Karoui.
La justicia actuó contra ellos y fueron detenidos y condenados a pasar cinco días en prisión y a pagar una multa de 9,6 dinares (4,8 euros). El pasado tres de mayo, se hacía pública la sentencia del juicio a la televisión que fue contra el Islam al emitir una imagen de Dios en forma de dibujo animado. Su director fue sancionado con una multa de 1.200 euros. Tampoco se libraron sus colaboradores: Nadia Jamel, responsable del doblaje del francés al árabe, y Hedi Boughnim, encargado del visionado de películas, fueron multados con 600 euros cada uno.
N. Karoui en el juzgado.-
Tanto Karoui como la acusación particular, formada por varios abogados islamistas, van a recurrir el veredicto que considera al medio de comunicación culpable de perturbar el orden público y atentar contra las buenas costumbres. Sin embargo, recurrirán por motivos diferentes, ya que la acusación particular opina que el Tribunal debería de haber incluido el cargo de atentado contra los valores religiosos, una inculpación más grave por la que hubiera sido encarcelado entre tres y seis meses, según prevé el Código Penal.
La cadena tunecina Nessma televisión, cuya programación está destinada al conjunto del Magreb y que pertenece al magnate italiano Silvio Berlusconi y al productor franco-tunecino Tarek Ben Ammar, es el último caso de confrontación entre la libertad de expresión y la religión en el mundo árabe, pero no el único.

Desde que en noviembre de 2011 el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) obtuviera la mayoría relativa en las, seguramente, elecciones legislativas más libres de Marruecos en 55 años de independencia del país, la política marroquí se ha visto envuelta en un tira y afloja de tensiones entre el palacio real y el Gobierno. Aunque con la nueva Constitución, aprobada en julio, el rey Mohamed VI haya cedido en algunas de sus prerrogativas, muchas han sido las polémicas que han salpicado a una sociedad acostumbrada a escuchar una única voz: La del monarca. No obstante, no han sido las opiniones del ministro de Justicia, Mustafa Ramid, contra los turistas que “pecan” en Marraquech, ni la subida de la fiscalidad sobre las bebidas alcohólicas (entre un 13 y un 50 por ciento) lo que ha desatado más controversia en Marruecos. El mayor pulso entre el primer ministro, Abdelilá Benkiran, líder del autodefinido partido islamista moderado, y el soberano y su entorno ha ido de la mano de la propuesta de reforma de la televisión pública.
En abril de este año, el ministro de Comunicación, Mustafa el Khalfi, anunció una iniciativa para obligar a los dos principales canales (TVM y 2M) a retransmitir los cinco llamamientos diarios a la oración, a los que todo buen musulmán debería atender. Además, esta reforma incluía la difusión de la oración del viernes y la inclusión de programas religiosos en su parrilla en contraprestación a la reducción de las horas de programación en francés. Así, este ministro que prefiere hablar en inglés antes que en francés, proponía que 2M, la cadena más francófona, emitiera la mitad del tiempo en árabe, un 30 por ciento en amazig (lengua bereber) y el 20 por ciento restante en francés y español. También que el gran telediario francófono se retrasará más de dos horas, hasta las once de la noche.
Y aquí no acababa la cosa. Lo que realmente abrió la caja de los truenos con el anuncio de esta reforma, tachada por la oposición marroquí como un intento de islamizar la televisión, fue la supresión de la publicidad de loterías y apuestas hípicas a las que juegan tres millones de marroquíes y que en 2011 reportaron al Estado 583 millones de euros. Esta medida, que responde a la reprobación islámica sobre los juegos de azar, ha sido la gota que ha colmado el vaso y ha llevado al regente a zanjar el asunto y a abortar la islamización de la televisión que planeaba el Ejecutivo, que gobierna en coalición con otras tres formaciones desde enero de este año.
A. Benkiran y Mohamed VI.-
A pesar de que en la nueva Ley fundamental de Marruecos, que sustituye a la aprobada en 1996 durante el reinado de Hassan II, se transfieren algunos de los poderes del monarca al jefe del Gobierno, Mohamed VI sigue conservando buena parte de sus prerrogativas. De este modo, continúa siendo el Comendador de los Creyentes, es decir, el jefe espiritual de los musulmanes marroquíes; el jefe máximo de las Fuerzas Armadas; preside el órgano que regula la Justicia, nombra a los magistrados; y puede destituir a los ministros tras consultar con el jefe del Ejecutivo. De esta forma, aunque desde julio de 2011 se limite a nombrar al primer ministro en el seno del partido vencedor de las elecciones (hasta ese momento lo elegía incluso fuera del Parlamento), el rey en Marruecos sigue teniendo la última palabra. Y esto es lo que ha ocurrido con la televisión pública marroquí, la única existente en este país.
Pero este alarde de apoyo a la pluralidad lingüística y cultural de su pueblo no debe confundirse con una defensa generalizada de Mohamed VI a la libertad de expresión. Según un artículo publicado en febrero de este año por el diario El País, “Abdessamad Haydur, de 24 años, apareció en unos vídeos, colgados en Youtube, a principios de mes en plena revuelta de Taza, una ciudad cercana a Fez, en los que insultaba al rey Mohamed VI llamándole ‘dictador’, ‘asesino’ y ‘perro’. Detenido el jueves de la semana pasada fue juzgado el lunes, sin abogado defensor, y condenado a tres años de cárcel”. Otro caso, que expone este artículo de Ignacio Cembrero titulado Marruecos castiga caricaturas e insultos al rey en las redes sociales, es el de Walid Bahoman, de 18 años, que “colgó en Facebook caricaturas y vídeos satíricos, divertidos pero no insultantes, del monarca. Detenido y torturado, según relató su madre a la web informativa Lakome, compareció ante el juez el 7 de febrero e ingresó en un centro penitenciario para menores”. Y es que, pese a que con la nueva Carta Magna, el rey ya no sea sagrado, su persona es inviolable, por lo que los posibles excesos siguen siendo duramente sancionados.

Fotografía tomada en Marruecos por P. Cerezal.-























         
En Marruecos no pasan desapercibas la marea de antenas parabólicas que nacen de sus tejados. La mayoría son de fabricación casera, pero cumplen su objetivo de llevar a las casas marroquíes imágenes de otros países, de otras lenguas que no entienden, y que aún así también desempeñan el propósito para el que fueron instaladas. Más que la conexión exterior, lo que se busca es desconectar. Lo explica muy bien Pablo Cerezal, autor del artículo Justicia y desarrollo en Marruecos que fue publicado el nueve de mayo en el blog África no es un país: “El mismo día que la televisión pública explicaba cómo, gracias a la decisión del monarca alauí, la programación permanecería invariable y no se incluirían nuevos contenidos religiosos, pude sorprenderme al comprobar que Abdelkader, el hijo mayor de Touria, abandonaba su cómodo reposo y se acercaba a la vieja televisión para sintonizar un nuevo canal. (…) Fue aquel día en el que el mensaje del monarca se vio amputado por Abdelkader, al sintonizar un nuevo canal, que decidí quebrar la quietud familiar en busca de respuestas. ¿Y el rey?, ¿por qué cambiar de canal cuando se informa en la televisión de sus decisiones?, ¿no sería oportuno prestar mayor atención? Al fin y al cabo es obligada una foto con su efigie en cualquier inmueble público o comercio privado. Será por algo”. La respuesta que obtuvo de este marroquí podría extrapolarse a la mayoría del pueblo de Marruecos: “asegura respetar la figura del soberano pero no perder tiempo en conocer sus decisiones. La vida continúa y las normas que Mohamed VI sancione o rechace no le impedirán a Abdelkader levantarse cada día a las 5 de la madrugada para abrir el pequeño puesto de golosinas en que trabaja (…)”.

Manifestación de salafistas en Túnez.-
Cuando la religión forma parte del programa político de quienes representan al pueblo la libertad corre el riesgo de transformarse en ofensa. Los ejemplos de Marruecos y Túnez, aunque distintos, dejan patente lo que la ola de cambios ha arrastrado hasta el mundo árabe, donde la cuestión religiosa permanece a flote. No sólo se divisa con lo ocurrido en las televisiones de estos dos países, también en Túnez sigue estando reciente el intenso debate vivido por la inclusión de la ‘sharia’ (Ley islámica) en la Constitución, que finalmente ha sido descartada como principal fuente de derecho en la creación de la Carta Magna tunecina que se prepara desde finales del año pasado. Por ahora, ni con la televisión en uno ni con la inclusión de la ‘sharia’ en la Ley Fundamental de otro, el Islam ha ganado peso a los derechos sociales recientemente conquistados. Sin embargo, el caso tunecino deja patente que la libertad de expresión también trae consigo voces que quieren dejarse oír tanto o más como las que trajeron la revolución que derrocó la represión. Los ruidosos salafistas, los islamistas más radicales, han aparecido de la nada. “¿Dónde estaban hasta ahora?”, se pregunta Óscar Gutiérrez en su artículo Túnez resiste la embestida salafista, publicado por El País el nueve de abril. “Estaban ahí, pero en silencio”, le responde el presidente del Parlamento tunecino, Mustapha Ben Jaafar. Antes de que cayera el anterior régimen de Túnez, el pueblo tenía que recurrir a los trucos para profesar su religión, ya que las prohibiciones por mostrar prendas o ritos islámicos en público eran frecuentes. Desde que la calle se ha abierto a la libertad, otros gritos comienzan a oírse y los salafistas, acostumbrados a permanecer en la sombra, se han hecho visibles.

miércoles, 9 de mayo de 2012

De la françafrique a la ‘eurafrique’ de Sarkozy y el futuro de un pueblo atado por la globalización como nueva forma de colonialismo



Con menos de cinco décadas de independencia, el continente africano se muestra prudente con el nuevo gobierno elegido este domingo en las elecciones presidenciales de Francia. Una cautela especialmente palpable en los 17 países históricamente vinculados a París. Acostumbrados a una política tradicional como la françafrique, destinada a preservar una esfera de influencia en la antigua colonia francesa, esta expectación no es proporcional a los kilómetros que separan ambos territorios, más bien al contrario. Y es que, en palabras del exministro de Exteriores francés, Jean Sauvagnargues, África es “el único lugar en el mundo en el que Francia puede por sí solo influir en la política”.

Nicolas Sarkozy.- REUTERS
Francia ha dicho adiós al neoconservadurismo ideológico y a la política liberal económica del ya expresidente Nicolas Sarkozy, apostando por el cambio hacia el socialismo y un crecimiento que no esté colapsado por recortes abusivos. “Europa nos está mirando, la austeridad ya no puede ser la única opción”, ha proclamado el líder del Partido Socialista francés, François Hollande, tras su victoria este domingo en las urnas con un 51.62 por ciento de los votos. Sin embargo, el interés que suscita este nuevo rumbo no sólo proviene de la Unión Europea y sus ciudadanos, África también mira desde abajo.
En mayor o menor medida, la política interior y exterior de un país están relacionadas entre sí de manera más o menos estrecha. No se retroalimentan, pero están conectadas en función de la intensidad del vínculo que las una en cada Estado, de acuerdo con sus propias circunstancias. En este sentido, el papel que Francia ostentó en África como imperio colonial sigue muy presente en el contexto de sus relaciones, en las que el peso de la historia aún está patente.

DEL COLAPSO IMPERIAL A LA CREACIÓN DE LA FRANÇAFRIQUE
Durante la Segunda Guerra Mundial, el imperio colonial francés comenzó a hundirse al tomar el relevo en sus territorios ocupados diferentes potencias extranjeras. En el caso africano, el Reino Unido en Siria, Líbano y Madagascar; también junto a Estados Unidos en Marruecos y Argelia; o en Túnez, con Alemania e Italia. Sin embargo, como líder del Gobierno provisional de Francia, Charles de Gaulle restableció gradualmente el control francés en la zona hasta crear la Unión Francesa, incluida en la Constitución de 1946, que vino a sustituir al antiguo imperio colonial en un periodo en el que las descolonizaciones comenzaron a emerger y la histórica figura del colonizador empezaba a ponerse en duda por la opinión pública occidental.
Pero Francia no estaba dispuesta a perder su liderazgo más allá de sus fronteras. Las violentas represiones a las insurrecciones de las colonias francesas en África que acontecieron a mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo, llevaron al país galo al desgaste militar, sobre todo en Argelia, territorio particularmente problemático de recuperar debido al gran número de colonos europeos que se había establecido allí en los 125 años de dominio francés.
La Unión Francesa ya no servía, pero lejos de suprimirla fue sustituida en la nueva Constitución de 1958 con la adhesión al poder de este mismo año de de Gaulle. Bajo el nombre de Comunidad Francesa, sólo Guinea rechazó por referéndum formar parte de la nueva organización colonial. Poco a poco, las limitaciones del poder francés en sus colonias se fue mostrando más visible y se plasmó en 1962 con la independencia argelina en los Acuerdos de Evian de 1962. Tras esto, se le concedió a casi todas las colonias africanas su independencia a través de referendos locales. La Comunidad Francesa también quedó obsoleta, pero un nuevo invento se materializó en medio de una sociedad cada vez más proclive a defender los derechos de los pueblos a su libre determinación.
Con la resolución 2625 de la Asamblea General de la ONU, fruto de la Carta Magna de la descolonización de 1960 y de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos de 1966 que por fin incluyeron en la Declaración Universal de Derechos Humanos la libre determinación, todos los países con representación en la Asamblea, también los Estados Occidentales, apoyaron con su firma el 24 de octubre de 1970 la idea de que la descolonización es necesaria para la autodeterminación, reconocida por fin como derecho de todos los pueblos que conlleva obligaciones para todos los Estados. Fue entonces cuando Francia sustituyó el gobierno directo en sus antiguas colonias por uno formal, en el que de cara a la opinión pública se percibiera la empatía del que fuera su imperio de no dejar a estos jóvenes países a su suerte, fomentando lazos de cooperación a través de ayudas. Este nuevo invento denominado ‘françafrique’ en realidad es una vieja estrategia. Se llama dependencia.

EL PASO POR ÁFRICA DE SARKOZY COMO CANDIDATO
Casi cuatro décadas después, un candidato a presidente francés se compromete a acabar con la françafrique si resulta elegido, y “a terminar de una vez por todas de tratar indistintamente a las democracias y a las dictaduras” en el continente africano. Era Nicolas Sarkozy, quien ya ostentaba la presidencia del partido conservador Unión por un Movimiento Popular (UMP), y que se autoproclamó en este discurso “el amigo de los africanos”. Era el año 2006, unos meses antes, en la antigua colonia francesa de Benin, en su papel de ministro del Interior de Francia se encontraba en visita oficial para promocionar su política de selección de la inmigración, que defendía combatir la irregularidad migratoria y restringir el derecho de asilo. Habían pasado ya más de diez años desde la ‘traición’ que dividiera en 1995 el voto oficialista en el partido neo-gaullista Reagrupamiento para la República (RPR), en la que Sarkozy se posicionó a favor de la carrera presidencial de Balladur, con quien había debutado hacía dos años en su Gobierno. 
J. Chirac y N.Sarkozy en los años ochenta.-
Este abogado, hijo de un expatriado húngaro, emprendió su recorrido en política de la mano de los líderes de RPR, Charles de Pasqua y Jaques Chirac, sin embargo, ya como aspirante a ocupar el Elíseo, su inicio, aunque vertiginoso, quedaba muy lejos, tanto como su posicionamiento en contra de Chirac. Por ello, no dudaba en denunciar la política africana de quien era su compañero de partido, un claro representante de la françafrique que no dudó en afirmar en una ocasión que “África no está preparada para la democracia”. Pero su crítica era un tanto peculiar, ya que defendía el fin de esta política tradicionalmente defensiva de París sobre África y al mismo tiempo no dudaba en recalcar la actuación positiva que había tenido sobre el continente africano la colonización francesa: “La verdad es que no han existido muchas potencias coloniales en el mundo que hayan hecho tanto por la civilización y el desarrollo y tan poco por la explotación”. En su discurso, mientras criticaba las tramas de la françafrique, matizaba: “Ningún país del Norte dedica tanta atención a África como Francia. Ningún país se toma tan en serio la estabilidad, el desarrollo y el éxito de los países africanos”. Y esto no se debe, según el entonces candidato Sarkozy, a los intereses estratégicos que África ofrece. “Debemos dejar de repetir que Francia se encuentra en África para expoliar los recursos, pues no tenemos ninguna necesidad económica del continente africano”, a lo que añadía, “Francia está en África por ambiciones mucho más amistosas”.
Esta doble visión ‘amistosa’ del ya expresidentes francés se basaba en el control de la situación en función del territorio donde se desarrollara. Si era en el suyo, a través de políticas que agilizaban la expulsión de inmigrantes, si era en las antiguas colonias francesas, el control de que el que hubiera sido su imperio se siguiera asegurando la mayor parte del pastel. De hecho, durante su campaña electoral, Sarkozy se refirió a África sólo como una fuente potencial de la inmigración incontrolada, mientras de cara a la antigua colonia aseguraba que las empresas galas “Bouygues, Air France o Bolloré no necesitan la diplomacia francesa para existir y extenderse en África. Si son dinámicas es gracias a la antigüedad de su implantación, pues creyeron en África mucho antes que la mayoría”. Pero lo cierto es que, dos años antes de estas declaraciones, en 2005, siendo por aquel entonces ministro de Economía francés, Sarkozy ofrecía el récord hasta la fecha de mil millones de euros de subvención a las empresas de Francia instaladas en Argelia.

UNA DE CAL Y UNA DE ARENA: LA SARKOAFRIQUE
Ya en su cargo de jefe del Ejecutivo, cuando sólo llevaba dos años de mandato, visitaba por quinta vez suelo africano. Los líderes franceses siempre han sido los más frecuentes en el continente en relación a sus homólogos occidentales, pero Sarkozy marcaba un nuevo récord en 2009 con un viaje a la República Democrática del Congo (RDC). Su objetivo era alcanzar un ambicioso plan de cooperación económica con vistas a lograr la paz en algunos países en conflicto de la región. Dada la mezcla de motivos altruistas e intereses particulares, Sarkozy inspiraba a partes iguales esperanza y desconfianza entre el pueblo congolés. Su propuesta pasaba por buscar acuerdos entre la RDC, Ruanda, Uganda y Burundi para compartir recursos y llevar a cabo el desarrollo conjunto de la energía, el transporte y la infraestructura de telecomunicaciones. La estrategia de utilizar el palo y la zanahoria, es un arte que todos los presidentes franceses pueden presumir de ser maestros, y Sarkozy ha demostrado que él también domina la técnica. En estas regiones africanas, vendía el desarrollo económico y la cooperación como clave para consolidar la paz. En otras, donde los regímenes no son presidencialistas sino dictatoriales, el exlíder francés tampoco ha tenido problemas para hacerse entender. Si Níger es para Francia la piedra angular de extracción de Uranio, ahora tiene puesto el ojo para que Guinea Ecuatorial se convierta en la de explotación africana de petróleo.
N.Sarkozy y T.Obiang.- C.Moya, EFE
Este año Francia renueva la licencia de explotación de los pozos petrolíferos y pretende conseguir por parte de Guinea mejores condiciones y una rebaja sustancial del canon fijado. En este contexto, el pasado 27 de marzo una agencia de prensa filtró a los medios de comunicación que los jueces Le Loire y Grouman solicitaban orden de arresto internacional contra Teodoro Meguema Obiang, hijo del presidente guineano, por malversación de fondos y blanqueo de capitales. Se afirmaba, además, que esa orden ya había sido aceptada y se ejecutaría de inmediato por la Interpol. Sin embargo, lo cierto es que la petición de arresto se hizo el día tres de marzo y aún no tiene respuesta, por lo que, según la legislación francesa, todavía no es efectiva y no se puede cursar. Es decir, la Interpol no está buscando al hijo de Obiang. Aún así, Francia ha logrado su objetivo de ejercer presión para que estas condiciones mejoren. De hecho, en Guinea Ecuatorial se ha desatado una campaña para apartar a Teodoro Meguema Obiang del poder y dejar paso a alguno de sus hermanos, más favorables a los intereses galos.
De este modo, la política françafrique no se terminó con Nicolas Sarkozy. Tanto es así que a principios de marzo de 2010, el jefe del Ejecutivo en Francia inauguró una conferencia internacional en París dedicada al futuro de la energía nuclear a la que fueron invitados 65 países, todos árabes y africanos. Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Jordania, todos ellos candidatos a adquirir la tecnología gala, enviaron a sus ministros de Energía y altos funcionarios del Estado.

N.Sarkozy y A.Wade, expresidente senegalés.-
Sin embargo, la práctica todavía estaba por llegar cuando fue recién elegido presidente de la República de Francia. Entonces, en una visita oficial a Senegal en julio de 2007, retomó su discurso en contra de la françafrique y durante una recepción en la Universidad Cheikh Anta Diop, en Dakar, lanzó su propuesta de crear una nueva política que denominó ‘eurafrique’. Se trataba de un nuevo marco de relaciones entre África y Europa que vendría a remplazar la política habitual entre Francia y los países africanos. En realidad, este nuevo término venía a europeizar la actitud tradicional gala en el escenario africano, pues el trasfondo de esta nueva propuesta pasaba por incitar la firma del Acuerdo de Cotonú (2000), estancado en complicadas negociaciones. En esta nueva alianza entre la Unión Europea y los países de África, el Caribe y el Pacífico, se pretendía poner fin a treinta años de preferencias comerciales. Los acuerdos, que son válidos hasta el 2020, aunque revisables cada cinco años, implican la liberalización de los intercambios comerciales y la aplicación de reglas reforzadas en ámbitos como competencia e inversión.
En este contexto, Sarkozy volvió a seguir su habitual pauta de dar una de cal y una de arena. Mientras defendía las ventajas de la eurafrique en el marco de los Acuerdos de Cotonú, instaba a los jóvenes universitarios a dejar atrás el rencor hacia la colonización. Como argumento, reconocía el “gran error” ya pagado por quienes vieron derrumbarse el sueño imperial. De este modo, admitía que los colonizadores cometieron crímenes y saquearon el continente, pero también “dieron” construyendo infraestructuras, aportando una cultura. Como colofón, el ya expresidentes francés añadía: Es “la civilización musulmana, la cristiandad, la colonización, más allá de los crímenes y faltas que fueron cometidas en su nombre, y que no son excusables, las que abrieron los corazones y las mentalidades africanas a lo universal y a la historia”.
Por supuesto, estas declaraciones no llegaron a ser resaltadas por el foco informativo occidental, pero la prensa africana no dejó que pasara desapercibido. En el periódico Walf Fadjri, El Hadj Amidou Diallo respondía a las declaraciones del entonces jefe del Ejecutivo galo que sí “construyeron carreteras y puertos, pero para exportar mejor las riquezas; hospitales, para que la producción no se interrumpiera; y escuelas, para disponer de cuadros con los que mantener el sistema colonial”.

De este discurso en Senegal, llama también la atención que quien promoviera la restricción selectiva de inmigrantes como ministro de Interior francés, afirmara que “las civilizaciones son grandes en la medida de su participación en el gran mestizaje del espíritu humano. La debilidad de África, que ha conocido en su suelo tantas civilizaciones brillantes, fue que durante mucho tiempo no participó lo suficiente en este gran mestizaje. África ha pagado caro esta desvinculación del mundo que la ha vuelto tan vulnerable”. Palabras que chocan con una plataforma presidencial que le llevó al Elíseo, donde apelaba a prestar más atención al control de los flujos migratorios.
Como uno de los artesanos de la UMP, proyecto partidista que aglutinó al grueso del centro-derecha francés y que trascendió el viejo gaullismo social con la plena aceptación de los planteamientos liberales, es difícil entender la escasa trascendencia de este planteamiento. Sobre todo, cuando hace un año que el parlamento francés aprobó la quinta Ley de inmigración redactada en el país desde 2003, tres años después de que comenzara en Europa el fenómeno de la inmigración irregular. En este texto, que fue votado en contra por la izquierda, se endurecen las condiciones de acogida de las personas extranjeras sin papeles en suelo francés, hasta el punto de que modifica una norma que obligaba al Estado a acoger a los inmigrantes enfermos que no pudieran hacer frente a su curación en su país de origen. Ahora, París precisa que solo se acogerá a aquellos inmigrantes cuyo medicamento no exista en el país del que vienen. Además, esta ley también establece "zonas de espera especial", campos delimitados que se habilitarán en situaciones en que exista una gran y repentina afluencia de inmigrantes irregulares a fin de facilitar su expulsión.
En relación al mestizaje del que hacía bandera Sarkozy en suelo senegalés, también llama la atención el veo al burka que entró en vigor hace algo más de un año en Francia. La legislación que oficialmente prohibe "disimular el rostro" en todo el espacio público fue aprobada por el Parlamento en otoño de 2010. El Gobierno había previsto un periodo transitorio de seis meses antes de su aplicación. La ley prevé una multa de 150 euros y/o un cursillo de ciudadanía para quienes usen la prenda y se aplica en todo el espacio público, incluida la calle. En el caso de quienes obligan a llevar el velo integral, la sanción es de hasta un año de cárcel y 30.000 euros de multa. Se estima que algo menos de 2.000 mujeres visten un burka o un niqab en Francia, donde viven entre cuatro y seis millones de musulmanes.

Cuando ostentaba la candidatura a la presidencia francesa como cabeza de lista de UMP, Nicolas Sarkozy defendía una ruptura de la tradicional relación galoafricana: El fin de la françafrique y del trato interesadamente igualitario entre las democracias y las dictaduras en el continente africano. Ni una cosa ni la otra.
Después de todas las informaciones que han surgido acerca de la supuesta financiación del régimen de Muamar Gadafi a la campaña de Sarkozy en 2007, nuevos noticias se han publicado en los medios, sin mucha trascendencia, sobre otras posibles irregularidades en el entorno del expresidentes galo a sólo tres días de la segunda vuelta de los comicios.  Esta vez, se trata del presunto uso de cierta presión judicial a mandatarios africanos para que colaboren con los gastos de la campaña y que está vinculada al caso guineano de la presión en las condiciones de renovación de las extracciones de petróleo de las compañías francesas.
N.Sarkozy y D.Sassou Nguesso.-
Aunque ha salido ahora a la luz, este nuevo caso se remonta a marzo de 2007, cuando Daniel Lebègue, un hombre que ha llevado a cabo tareas oficiales para el Estado francés, interpuso una demanda en nombre de Transparency International contra el presidente de Gabón, Omar Bongo, el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, y el mandatario de la República Democrática del Congo, Denis Sassou Nguesso, bajo la acusación de "ocultamiento y malversación de fondos públicos". Finalmente, Lebègue cambió de opinión y solo la mantuvo activa contra el hijo mayor del presidente de Guinea Ecuatorial. Las causas para que se olvidara de Gabón y del Congo no han sido del todo transparentes, pero es un hecho la presión que Francia está ejerciendo sobre Guinea para que mejore las condiciones de explotación de petróleo. Además, el presidente Obiang lleva tiempo mostrando pública simpatía por el socialdemócrata François Hollande y se ha negado a colaborar generosamente a los fondos de los partidos políticos en las últimas campañas a las elecciones generales, como si parece haberlo hecho el Congo, Gabón y otros países francófonos más receptivos a estas sugerencias.
N.Sarkozy y O.Bongo.- AFP









¿Y AHORA?
Tras cinco años de mandato del partido conservador UMP, el pueblo galo ha optado por no conceder a Sarkozy una segunda oportunidad como presidente con un porcentaje de votos de 48.38 por ciento en la segunda vuelta de las elecciones. Es el síndrome de la cabeza de turco, que azota a los gobiernos de Europa tras la crisis económica que comenzó en Estados Unidos en 2008, y a la que el electorado parece aplicar, a la luz de los resultados que uno a uno se han ido alcanzado en los distintos procesos electorales del continente, el refrán de ‘se recoge lo que se siembra’. De este modo, el argumento del voto parece no ser tanto la ideología política como el cambio.
No es así, sin embargo, como se percibe desde África. El medio de comunicación digital Mundo Negro, cita a un periódico de Burkina Faso que recoge la impresión de los africanos de que serían “muy ingenuos si creemos que con los socialistas en el poder nuestros lazos en el país van a mejor”, pero añade más adelante que ni Hollande, ni sus antecesores son expertos en África, por lo que no han tenido contacto con la realidad del continente, lo cual interpretan con un optimismo prudente: “Esto genera una gran incógnita, pero al mismo tiempo un punto positivo, ya que los africanos no tienen ningún precepto negativo en contra de él”. Según esta publicación, lo que el pueblo africano espera del nuevo líder francés es “un cambio rápido en las relaciones diplomáticas y las medidas correctivas en el sector empresarial, para una mayor justicia económica a favor del continente”.
F.Hollande y N.Sarkozy.- REUTERS
No podemos afirmar si la françafrique sufrirá algún cambio que por una vez resulte favorable a África, tampoco conocemos que pretende hacer el nuevo Ejecutivo socialista con la ley de Inmigración, todo esto está por venir. O no. Pero lo que sí es bastante probable, aunque mucho menos necesario, es que con la victoria de Hollande y el cambio de gobierno en Francia, se pueda producir una investigación independiente y no controlada por el aparato del partido de Sarkozy, que pueda aclarar si hay algo de cierto en los escándalos de financiación irregular y los métodos poco ortodoxos sobre el gabinete político del anterior presidente galo.