viernes, 8 de marzo de 2013

La revolución será feminista o no será


Las revueltas sociales que vive Egipto han sacado a la luz demandas que estaban desterradas al silencio. Entre ellas, dar voz a la mujer. Son cambios visibles que, no obstante, han tenido consecuencias que han permanecido en la sombra. Así, la planificación de abusos sexuales a las egipcias que protestan en la plaza de Tahrir como arma para hacerlas callar ha pasado prácticamente desapercibida. Esta es sólo la más reciente de las historias de mujeres africanas que merecen ser alumbradas.


Puerta del Sol. Madrid, 2011.-
La primera vez que leí la frase que da título a esta entrada fue en una pancarta que colgaba a la salida del metro de la parada de la plaza de la Puerta del Sol, punto de encuentro del movimiento social desatado en Madrid el 15 de mayo de 2011. La plaza era un hervidero de luchas que, lejos de unirse a una causa, desvirtuaban el mensaje que las había juntado. Las palabras “la revolución será feminista o no será” me produjeron rechazo, no porque no existan terrenos aún por conquistar en la igualdad entre el hombre y la mujer en la sociedad occidental, sino porque ese no era el motivo prioritario que había unido a tantos ciudadanos. Dos años más tarde, otra plaza ubicada en África me hizo recordar esa pancarta de Sol.

El 25 de enero de 2013 cientos de ciudadanos egipcios volvieron a manifestarse en la plaza de Tahrir, en El Cairo, para protestar contra las aprobaciones de un decreto que daba poderes prácticamente absolutos al actual presidente, Mohamed Mursi, y de una constitución islamizada que no recoge la pluralidad de Egipto. La fecha de la manifestación no era casual. Se cumplía el segundo aniversario del llamado Día de la ira, cuando comenzaron las revueltas callejeras que lograron derrocar al dictador Hosni Mubarak. Dos años más tarde, son muchos los egipcios que no están dispuestos a que Mursi pise las reclamaciones sociales que han florecido en su país con la primavera árabe.

Como es sabido, finalmente el decreto fue anulado, pero el texto constitucional se aprobó en referéndum. Sin embargo, no todas las consecuencias de esta protesta han trascendido de igual forma. El pasado 25 de enero, en Tahrir, varias mujeres sufrieron agresiones sexuales y en algunos casos, según elperiodico.com, incluso hubo “cortes en los genitales”. Estos hechos, que no tuvieron la misma difusión en los medios de comunicación, no pasaron inadvertidos a pie de calle. Grupos de ciudadanos egipcios se han organizado en colectivos que patrullan las manifestaciones para actuar contra lo que la policía no evita: Las agresiones sexuales y la violencia dirigida a las mujeres que protestan en  público, así como la atención a las víctimas de estos ataques. ‘Operación Anti-Acoso/Asalto Sexual’ (OpAntiSH, en sus siglas en inglés) o ‘Guardaespaldas de Tahrir’ son un ejemplo de estas agrupaciones. El primero surge en noviembre de 2012 y el segundo hace tres meses, lo que demuestra que el problema ya existía.

Protesta en El Cairo por la violencia del Ejército egipcio
hacia las mujeres/ AP.-
En una sociedad patriarcal como la egipcia, el rol de la mujer ha estado tradicionalmente relegado a la casa, imperando el silencio femenino fuera de las cuatro paredes. Sin embargo, la primavera árabe en Egipto ha derivado en una epidemia de abusos sexuales perpetrados por personas frustradas a quienes parece no quedarle más argumento que el uso de la fuerza y de su miembro para avalar la desigualdad.

A.Afify/ Fotografía tomada del portal Copts United.-
De hecho, muchas de las mujeres que han pasado por este trauma al salir a manifestarse tienen que soportar a su vez la crítica social de aquellos que piensan que es un ataque merecido. Como el diputado Adel Afify, líder del partido de línea conservadora Asala, quien ha declarado, en una información recogida por el portal Jewish News One, que si una mujer es violada durante esas protestas es culpa de ella misma por asistir. “Estos ataques pretenden excluir a las mujeres de la vida pública y castigarlas por participar políticamente y en las manifestaciones. También son un intento de arruinar la imagen de la plaza de Tahrir y de las manifestaciones”, han señalado miembros del OpAntiSH, según una información recogida por Mundo Negro Digital.

Los medios de comunicación a menudo tildan de revolución cualquier movimiento social que despierta del silencio, pero la revolución conlleva la transformación de una sociedad. Esto no ha ocurrido aún ni en Egipto, ni en ninguno de los países del norte de África en los que se han desatado olas de cambio. Y no ha ocurrido precisamente porque siguen pasando hechos como los que padecen las mujeres en Tahrir. De ahí que, en el caso de la primavera árabe, sí puede decirse que “la revolución será feminista o no será”, entendiendo feminismo como un movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres, tal y como queda definido en la Real Academia Española. No obstantes, sí es cierto que toda revolución es precedida por una revuelta. Las revueltas pueden derrocar líderes, pero si la estructura política y social no cambia no se puede hablar de revolución.

Manifestantes egipcias/ Fotografía tomada
del portal Planeta Ellas.-
“No voy a quedarme callada. Todas las mujeres de Egipto tienen que despertar: Las que han sufrido [una agresión sexual] y las que no. De lo contrario esta violencia continuará”. Son palabras de Dalia Abdel Wahab, víctima de una agresión sexual durante la manifestación del 25 de enero de 2013, que Amnistía Internacional recoge en su Informe ‘Violencia de género contra las mujeres en las inmediaciones de la plaza deTahrir’. Quien calla otorga.


miércoles, 6 de marzo de 2013

Dos minutos en Mali


Primero fueron las armas recicladas procedentes de Libia. En una región pobre y convulsa, combatir es una forma de ganarse el sueldo. Muerto Gadafi, aquellos nómadas malís que luchaban por el dictador libio cobraron su finiquito con sus arsenales y volvieron a casa. Esta vez, para luchar por su propio territorio. Desde entonces, el incremento de yihadistas, que han visto en el conflicto tuareg una manera de posicionarse en una zona estratégica; y la intervención de Francia, que no quiere perder la valiosa relación que mantiene con su antigua colonia, han irrumpido con sonidos de disparos el desolador desierto que divide el país africano en dos. Las últimas noticias de Mali vienen en forma de vídeo, con una secuencia de dos minutos de un combate en el norte de este país africano que el Ejército francés ha publicado en YouTube.

Ciudad de Gao, Mali, en febrero de 2013/
Fotografía de J.Penney, REUTERS

Las tropas francesas avanzan cada vez más hacia el norte, lejos de Bamako, la capital de Mali. Su posición actual se sitúa en el macizo de Adrar de los Iforas, donde combaten con los grupos terroristas después de que éstos fueran expulsados de las ciudades de Gao y Kidal. Esta semana el Ejército galo ha hecho eco de sus avances al difundir por la red una grabación en la que se muestra todo su poderío. Avalados con morteros y fuego de infantería, Francia responde a un teórico fuego enemigo. Más allá de quien empezara esta ofensiva en concreto, este vídeo (http://bcove.me/7d0wl9am), grabado el 26 de febrero y que publica el diario El País, pone de relieve que lo que acontece en las llanuras del desierto de Mali está muy lejos de las últimas intenciones difundidas a los medios desde los pasillos del Gobierno africano.

El mismo día que esta secuencia fue grabada, el primer ministro transitorio malí, Djian Sissoko, anunciaba en el Parlamento la intención de su Ejecutivo de iniciar un diálogo nacional en torno a una mesa de reconciliación. Este mensaje, transmitido en forma de promesa, iba dirigido especialmente a los rebeldes tuaregs del norte de Mali a los que invitaba a reunirse con una Comisión para el Diálogo y la Reconciliación. Esta delegación sería la encargada, según destaca GuinGuinbali, “de hacer avanzar las conversaciones intercomunitarias que permitan alcanzar una paz real, más allá de echar del país a disparos, como en el viejo oeste, a los islamistas radicales que habían ocupado el norte del país, expulsando incluso a los tuaregs”.
Encuentro informativo con Acción contra el Hambre/
Fotografía tomada de humania.tv

Teóricamente, las potencias occidentales apoyan esta iniciativa que implica, además, el requisito de incluir sólo a aquellos grupos que den pruebas de su desarme, así como sólo a aquellos miembros que acrediten haber nacido en Mali. También en teoría, Japón, Estados Unidos, la Unión Europea y la Unión Africana se han comprometido a aportar en total 329 millones de dólares a la causa, aún cuando “Naciones Unidas ha estimado que se necesitarían 373 millones para auxiliar a los afectados” de los cuales, hasta el momento, “sólo se han movilizado 16”, según Helena Valencia, responsable del equipo de emergencias de la ONG Acción contra el Hambre, quien apunta que esto se traduce en que a Mali sólo ha llegado el cuatro por ciento de la ayuda que necesita.

Mientras tanto, en la práctica, los enfrentamientos en Mali han desplazado a más de 394.000 personas dentro y fuera del país, según las estimaciones de la ONG. Y los tuaregs han tenido que aprender a convivir con los sonidos de las balas que sacuden el desierto y los despiertan del sueño de recuperar su país: Azawad, la tierra que perdieron cuando en la conferencia de Berlín, en 1885, las potencias europeas se repartieron el continente y decidieron que aquel pedazo de África se llamaría Mali. Una historia abandonada en el desierto a la que no se le ha dedicado ni dos minutos.
Fotografía a un tuareg en Mali / B.Stirton