martes, 7 de octubre de 2014

Tierra de contrastes

África es un territorio plural, en tanto en cuanto es el continente con más países del mundo. Cincuenta y cuatro países que albergan múltiples realidades. Pero si algo caracteriza a África, más incluso que la explotada imagen que se hace de hambre, violencia y pobreza, es el contraste que ofrecen la mayoría de los Estados que la componen. Por ejemplo, en la diferencia abismal que existe entre las capitales y las zonas rurales; entre los lucrativos recursos naturales y las altas tasas de pobreza; entre la población muy rica y la población que vive en la miseria. O también que la segunda región con la tasa más alta de hambre del planeta, sea también la mayor proporción global de tierra cultivable.


Más de la mitad de los campos potencialmente cultivables del mundo están en África, una tierra donde 227 millones de personas pasan hambre, según la última estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (la FAO, por sus siglas en inglés). De hecho, el top ten de países con una situación alimentaría extremadamente alarmante, que registra el Índice Global del Hambre, está compuesto por ocho nacionalidades africanas. ¿Cómo es posible que ocurra esto en un continente que posee el 60 por ciento de la tierra agrícola de todo el mundo?

La respuesta la dieron los propios agricultores africanos a los Ministros de Agricultura y Comercio en el encuentro que tuvo lugar en Etiopía para preparar la Cumbre de la Unión Africana de 2014, declarado año de ‘Agricultura y seguridad alimentaria en África’. Para quienes trabajan la tierra, el problema está en la falta de acceso a los cultivos, la escasez de semillas y las dificultades para conseguir créditos con los que realizar las inversiones necesarias.

Fotografía de las tierra de Maputo, Mozambique,
tomada por R.Hammond / National Geographic.-
Inconvenientes a los que se suma un sistema de infraestructuras insuficientes, con carreteras dañadas, así como escasos puentes y embalses; técnicas agrícolas agresivas para la tierra; falta de sistemas de riego; una cada vez más presente inestabilidad climática; y también que unos 60 millones de hectáreas de tierra y agua del continente están en manos extranjeras, tal y como denuncia la ONG Grain. Para que se hagan una idea, esta cifra del volumen de acaparamiento de extensiones de cultivo es como si España entera (y aún más, porque las hectáreas que abarca el territorio español apenas sobrepasan los 50 millones) se dedicara sólo a la agricultura al tiempo que la mayoría de los españoles tienen dificultades para alimentarse. Si bien es cierto que sólo entre Senegal y Sudáfrica hay 400 millones de hectáreas de tierra productiva, de la cual solo se trabaja el 10 por ciento, tal y como apunta Miguel Ángel García Vega en El País.

Frente a estos desafíos, los políticos africanos están empezando a darse cuenta de la importancia de invertir en el desarrollo agrícola. Muestra de ello es el proyecto de la Muralla verde africana, que poco a poco va avanzando en su propósito de construir una gran barrera vegetal que atraviese de lado a lado el Sahel para frenar el hambre y la erosión de la tierra. O iniciativas más modestas pero tan necesarias como la de crear una Universidad Agrícola en Benín.

Fotografía tomada del portal
de la Fundación África Dream.-
Los contrastes que ofrecen los países africanos a menudo se perciben más bien como contradicciones pero, si se enumeran los factores, las piezas encajan. Y cuando eso ocurre es más fácil avanzar para hallar la solución del puzle. 

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