Seguridad y riqueza, dos buenas
razones para emprender una lucha por la que posicionarse en África. La
presencia de Al Qaeda en el Sahel y su papel en el conflicto de Mali ha llevado
a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a trasladarse a Argelia para que
tome partido a favor de Bamako y de la ONU en la guerra que se avecina. El otro
enemigo de Estados Unidos en el continente también es asiático, pero nada tiene
que ver con el Islam. China remplaza desde 2009 a las potencias
norteamericana y francesa en las relaciones comerciales con los países
africanos.
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FOTOGRAFÍA/AGENCIA EFE.- |
Este martes, el primer presidente
negro de la historia de Estados Unidos, Barack Obama, ha sido reelegido para un
nuevo mandato. Su política para África, sin embargo, no es histórica en ningún
caso. Se trata del clásico renovado de las potencias de primer y segundo orden
en el territorio africano: El neocolonialismo, convertido, en su última fase, en
una guerra de recursos entre las potencias extranjeras situadas en el continente.
Desde 1960, cuando comienza la
etapa de la descolonización, Estados Unidos mantuvo, con el apoyo de las
potencias europeas, un pulso geopolítico contra la Unión Soviética por el
control de África. Con la caída de la URSS, los bandos cambiaron y la rivalidad
surgió y se acrecentó entre el frente estadounidense y el francés. Acostumbrados
a su hegemonía en el continente los franceses y ganando poder sobre
África los norteamericanos, ambos bandos financiaron ejércitos de países
africanos, así como guerrillas enfrentadas. El plan consistía en que lucharan unos
contra otros para favorecer principalmente los intereses de las empresas
privadas de cada uno de los bandos instaladas en cada país, disfrazándolo de
rivalidades étnicas.
Sin embargo, a partir de 2009, un
nuevo enemigo entró en escena para cambiar la estrategia del conflicto. El
gigante asiático realizaba negocios desde hacía cuatro años con países africanos
sin que supusiera una amenaza relevante. Hasta que lo fue. El súbito avance
comercial de Pekín, que se incrementó notablemente durante la crisis mundial,
torció los planes de Estados Unidos y Europa, que en la actualidad siguen
trabajando juntos para evitar la influencia china.

En este contexto de incremento de su presencia en el territorio es cuando la
potencia norteamericana juega la carta del desprestigio contra China. Después
de que tuviera lugar en algunos países la ola de cambio social que supuso la
primavera árabe, Washington trata de convencer a los africanos de que Pekín
nunca va a apoyar los derechos sociales ni la democracia de sus pueblos, ya que
en su país ninguno de estos elementos se respetan.
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FOTOGRAFÍA COGIDA DE CHINA FILES.- |
Esta es la batalla silenciosa, la
que se ha de buscar siguiendo el rastro en un espacio informativo prácticamente
inexistente y diluido, escondido, en los cuatro años que coinciden con el
periodo Obama.

En esta batalla, una vez más, la
alianza entre París y Washington vuelve a estar presente. En esta ocasión para
hacer presión ante el Consejo de Seguridad de la ONU para que tome posesión en
el conflicto de Mali a favor del Gobierno
de Bamako, quien quiere recuperar la independencia del norte del país en manos
de los Tuareg. Sin embargo, estos nómadas poco importan en
esta contienda. Es la ocupación de la zona norte malí por grupos terroristas
islamistas, encabezados por Al Qaeda en el Magreb Islámico, lo que realmente ha
propiciado la participación internacional en un territorio semidesértico tan
grande como rico en recursos naturales que explotar a cambio de restablecer el
orden anterior. En esta guerra que se avecina en Mali, la cuestión de la
seguridad contra el islamismo radical es importante, pero el beneficio económico
también. Ya la semana pasada Hillary Clinton viajó a Argelia para entrevistarse con su presidente, Abdelaziz Bouteklika, para que tome partido en el conflicto, ya que hasta ahora ha tratado de mantenerse al margen, a pesar de haber sufrido ataques de los movimientos terroristas. Se espera que para el mes de diciembre el presidente francés, François Hollande, efectúe un viaje también a Argel para solicitar su apoyo en el Sahel.
En
julio de 2009, cuando aún no se había cumplido un año de su elección como
presidente de Estados Unidos, Obama pronunció un discurso en Ghana, durante su
primera visita oficial al África Subsahariana. En él transmitía al pueblo
africano estas palabras: “Si yo pude, vosotros podéis. Mi familia tiene la
misma historia de tragedias y triunfos que la larga historia de África. Mi
abuelo fue un cocinero para los británicos en Kenia a quien, pese a ser un
viejo respetado en su pueblo, sus jefes siempre llamaron boy. Mi padre criaba cabras en una pequeña aldea. Yo pude. Vosotros
tenéis la palabra. El mundo será tal y como vosotros lo hagáis. Podéis sacar a
África del ciclo de desgobierno y conflictos en el que vive y crear un futuro
mejor. Yes you can!”.
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Un ciudadano de Accra (Ghana) durante la intervención de Obama en su primer viaje al África Subsahariana. FOTOGRAFÍA/REUTERS.- |
Los
intereses de la política responden a dos causas: El enriquecimiento y los
ideales. Cuando los intereses afectan a la política interior, es la ideología
la que más pesa. Pero cuando los intereses se buscan fuera, el posicionamiento
económico es lo que prima. Obama representa el sueño del cambio y es, como
presidente de la potencia más poderosa del mundo, lo que la democracia a los
sistemas políticos: La mejor opción posible. No obstante, su mensaje evidencia
una trampa: La misma persona que lo pronuncia es el representante de uno de los actores internacionales que fomenta que eso no ocurra. Al fin y al cabo, el desarrollo social
está ligado al desarrollo económico, siendo imposible que el primero exista si
dicha sociedad está condenada a una economía de subdesarrollo.
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