Hoy
se cumplen diez años del segundo mayor naufragio de la historia. Mucho más
reciente que el Titanic, mucho más catastrófico y mucho más desconocido. El 26
de septiembre de 2002, un total de 1953 personas (casi 300 más que el famoso
trasatlántico) perdieron la vida en aguas africanas, frente a la costa de
Gambia. Es la tragedia del barco de pasajeros de propiedad pública senegalesa Le Joola, que hizo dimitir al Ejecutivo de
ese país en peso.
La noche del 26 de septiembre
de 2002 el barco estatal Le Joola
realizaba su trayecto regular desde Dakar hasta Ziguinchor, capital de la
región de Casamance, al sur de Senegal. Era una embarcación fabricada en
Alemania adquirida por el Gobierno senegalés hacía algo más de una década, en
el año 1990. Sólo tres semanas antes de su hundimiento, había reanudado su servicio
tras una revisión de sus motores. Y aún así, no aguantó la tormenta. El motivo:
A bordo del ferri habían casi 2000 pasajeros, mientras que su capacidad oficial
era para 600.
“Sobre las once
de la noche, empezó a llover muy fuerte y toda la gente corrió a refugiarse en
el interior. Entonces el barco se inclinó hacia un lado, se apagaron todas las
luces y empezó el caos”, relata a el diario ‘El País’ Mariama Diouf. En un
reportaje firmado por José Naranjo, la única mujer superviviente de la
catástrofe cuenta como en cuestión de segundos el barco se volcó, quedando la
multitud atrapada en su interior. Sus palabras delatan la evidencia de que el Le Joola no estaba diseñado para albergar
a tanta gente, ni para navegar en alta mar.
No es este el único
fallo que apunta al Gobierno, como propietario de la embarcación. La ayuda de
la Marina senegalesa tardó 19 horas en llegar para socorrer a unos naúfragos
que, en su mayoría, ya eran cadáveres.
Hubo víctimas de once
nacionalidades distintas, entre ellas, una treintena de personas procedentes de
Francia, Bélgica o España. En el caso en concreto de España, tres fueron las
víctimas. La lista de desaparecidos no se pudo establecer hasta mucho después,
ya que, entre otras razones, los niños no estaban incluidos como pasajeros. Por
ello, aunque la lista oficial habla de 1863 fallecidos, los familiares de los
pasajeros elaboraron un nuevo recuento incluyendo a las personas que viajaban
sin título de transporte. La cifra de muertos ascendió a 1953, de los cuales sólo
se consiguieron recuperar 600 cuerpos, siendo identificados únicamente un
centenar. Así, de las casi 2000 personas que partieron de Dakar hace diez años,
sólo pudieron ser rescatados 64 supervivientes.
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Imagen del ferri volcado.- |
En el año 2003, la
Fiscalía General del Estado atribuyó toda la responsabilidad del accidente al
capitán del barco, Issa Diarra, y ordenó el cierre de la investigación. Francia
es quien ha pretendido continuar este proceso judicial, bloqueado por unas
autoridades senegalesas que han pedido su nulidad y que no parecen tener
interés en reabrir unas heridas que llevaron a la dimisión de los ministros de
Infraestructuras y Defensa primero, y al Ejecutivo en pleno, después; pese a
que el presidente de Senegal durante la tragedia, Abdoulaye Wade, admitió la
responsabilidad del Estado en el suceso y ofreció una indemnización equivalente
a unos 11.500 dólares por cada víctima, oferta que fue rechazada por el 20 por
ciento de los familiares.
Sin embargo, lo
cierto es que estas heridas no se pueden reabrir porque aún no se han cerrado. Continúan
ahí como el Le Joola, que junto a la
mayoría de los cuerpos, sigue en el fondo del mar, a veinte kilómetros de la
costa.
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