A diez días de que finalice el mandato de la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), el africano Kofi Annan ha dado un paso adelante en el conflicto sirio al lograr un acuerdo con el cuestionado presidente Bashar al Asad. Esta nueva propuesta viene dada tras la iniciativa tomada la pasada semana por el Grupo de Acción para Siria, que sugiere la formación de un Gobierno de transición que incluya a representantes de ambos bandos de lo que ha pasado de ser una guerra civil a un conflicto internacional, con la entrada de Turquía. Este Ejecutivo debía excluir, según el nuevo plan de Annan, a toda aquella persona cuya participación pudiera dañar el proceso de transición. La pregunta es, ¿este acuerdo alcanzado con Asad incluye su salida de Siria?
Comienza
la cuenta atrás para el fin del mandato de la ONU en Siria. Desde
que hace ya 16 meses comenzaran las protestas del pueblo sirio contra
su presidente Bashar al Asad, un dentista criado en Londres que
heredó el liderazgo de su país de manos de su padre, más de 10.000
personas (la mayoría civiles, según estimaciones de Naciones
Unidas) han muerto. Ha sido este un conflicto de violencia extrema e
indiscriminada, en el que, según el informe sobre la violencia
contra menores elaborado por la ONU, tanto la oposición como las
fuerzas de el Asad, no han hecho distinción alguna en la edad en su
sangrienta batalla. “No habíamos visto nada igual hasta ahora;
quizá en los casos de tortura de las guerras del Congo o Ruanda”,
manifestó en conversación telefónica Alec Wargo, responsable de
este informe.
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K.ANNAN.- Foto de F.Bermeniev |
Una
para ver y otra para aprender. Esta vez, el diplomático no ha
esperado ningún telegrama advirtiendo de un inminente genocidio para
dar la voz de alarma y desde que tomara las riendas del conflicto
sirio al crear su plan inicial de paz, no ha desistido en mediar
entre los actores de esta guerra, a pesar del fracaso rotundo de su
plan inicial.
Las
partes implicadas en este conflicto son dos: El dictador y el pueblo
sirio. Pero los actores que intervienen son tan innumerables como los
intereses en juego en esta región de Oriente Próximo. Y aunque no
lo diga, Annan lo sabe. Las palabras que se usan en un conflicto
juegan un papel tan importante como las políticas estratégicas
utilizadas en él. Ambas son primordiales a la hora de mitigar o
intensificar un acontecimiento bélico. De ahí, que ‘guerra civil’
no sea un término reconocido por la ONU, que se limita a reconocer
la guerra en “defensa propia” en el artículo 51 de la Carta de
Naciones Unidas. Y de ahí que los actores directos o indirectos
presentes en los conflictos armados recurran a la acepción ‘guerra
civil’ en función del interés de ampliar o reducir la percepción
de violencia del mismo. Ni Libia, ni Irak, ni la antigua Yugoslavia,
ni el Golfo Pérsico son consideradas jurídicamente ‘guerras
civiles’. De este modo, la última guerra que se declaró fue la
que enfrentó a las dos Coreas, entre 1950 y 1953, y desde entonces,
todas las guerras han jugado al alza o a la baja de unos intereses
que se mueven en la ambigüedad jurídica de conflicto de alta o baja
intensidad.
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B.AL ASAD.- AFP |
Sin embargo, antes de esto ya el conflicto sirio traspasaba sus fronteras, envolviendo su guerra civil en un aro internacional. El Gobierno de la familia Asad, que dirige desde hace 42 años Siria, está integrado por miembros de la rama alauí del Islam, relacionada con el chiísmo, y los insurgentes que luchan por acabar con este régimen son de mayoría suní, al igual que las monarquías del Golfo Pérsico. En este sentido, del lado de la oposición siria se encuentra Arabia Saudí; también Estados Unidos, tradicional aliado de Israel a quien el Gobierno de al Asad no ha respaldado, ofreciendo su apoyo a grupos palestinos. Asimismo, la potencia norteamericana también actúa tradicionalmente en confrontación con Rusia, uno de los países aliados al régimen sirio. Detrás del argumento de respaldo a al Asad que defiende el Gobierno ruso, en cuanto a que no debe existir injerencia extranjera en una contienda interna, no pasa desapercibido el interés nacional de esta potencia en que ningún mandato de la ONU por la paz en territorio sirio resulte efectivo, puesto que Moscú es suministrador de armas del Ejército del presidente sirio y de esta forma se asegura conservar su presencia militar, política y económica en Oriente Próximo. Junto a Rusia, en la lista de aliados de el Asad se encuentran Irán, de tendencia chií, y China.
Toda
esta miscelánea de intereses ha sido llevada a la mesa por Kofi
Annan, quien ha logrado sentar frente a frente a tres de los pesos
pesados del conflicto (Estados Unidos, Rusia y China) al convocar a
los ministros de Asuntos Exteriores de los cinco miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU.
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REUNIÓN DEL GRUPO DE ACCIÓN PARA SIRIA EN GINEBRA EL 30 DE JUNIO DE 2012 |
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