Cuando se habla de poligamia se hace en términos negativos. Se vincula a la sumisión y a la falta de libertad de la mujer frente al hombre, lo que hace que no pueda ser concebida como una relación amorosa. Puestos a generalizar, también podríamos caer en las comparaciones (que son odiosas) para afirmar que ocurre lo mismo con los países africanos, comúnmente percibidos por lo que les falta y no por lo que tienen. Si esto también se estuviera haciendo con la poligamia, ¿puede ser que exista, entonces, el amor polígamo?
Vía diario El Mundo.- |
Aunque
antropológicamente se denomina poliginia, y no poligamia, al matrimonio de un hombre con múltiples mujeres al mismo tiempo, nos referimos a este tipo de unión
como poligamia porque es la más extendida. Está permitida en 47 países de África y Asia, mientras que la poliandria, el matrimonio de una mujer
con más de un hombre, es menos común. El rechazo que produce es fruto de la
asociación que se hace a la subordinación de la mujer al hombre, es decir, se
vincula al machismo y de ahí que hoy en día sea fuente de una gran oposición.
Sin embargo, la repulsa contra este tipo de unión va mucho más allá de la
mentalidad de los tiempos modernos porque está ligada a un concepto de las relaciones de pareja que sólo concibe el sentimiento de amar de un modo monógamo. Una manera de entenderlo que surge como imposición en la civilización romana, se afianza en la Edad Media y se propaga por el mundo con la expansión europea, que
impone a su paso su cultura por las colonias.
Ken Bugul / ULF ANDERSEN.- |
Ya
está concluido oficialmente el periodo colonial, pero en la actualidad la
poligamia es concebida según la moral occidental que ve en ella signos de
atraso social que no dejan resquicio alguno a lo que tiene que ser entendido
como amor. Y entonces llega Mariètou Mbaye Biléoma, más conocida como Ken Bugul, y relaciona la poligamia no con el machismo sino con el feminismo; no
con la sumisión de la mujer sino con su libertad; y además asegura que en este
tipo de relación sí hay espacio para el amor. A través del libro Riwan o el camino de la arena, esta
escritora senegalesa relata su experiencia al contraer matrimonio con un hombre
que ya estaba casado con 27 mujeres y con el que descubrió una felicidad que no
había experimentado nunca antes con sus parejas, todas ellas monógamas. Su seudónimo, Ken Bugul, que en Wolof
significa ‘nadie me quiere’, debe estar más relacionado con sus anteriores
amores que con su matrimonio polígamo, donde afirma encontró complicidad y afecto, placenteras relaciones sexuales y tiempo para ella misma y su desarrollo intelectual, al fin y al cabo, habían más manos para repartir las tareas cotidianas.
Interesante perspectiva...
ResponderEliminarGracias por tus posts que amplían un poco más nuestras pequeñas gafas con las qu miramos al mundo
Muchas gracias a ti, Cristina. Es un placer compartir gafas :)
EliminarInteresante perspectiva...
ResponderEliminarGracias por tus posts que amplían un poco más nuestras pequeñas gafas con las qu miramos al mundo