viernes, 9 de enero de 2015

Las dos caras de la moneda

Una de las primeras  noticias procedentes de África en lo que va de 2015, es la de un soldado marroquí que resultó herido al pisar una de las minas terrestres diseminadas, por el Gobierno de Marruecos, a lo largo del muro que construyó en el Sáhara Occidental. Y lo que son las cosas, un mes antes de que esto ocurriera se cumplían 17 años del Tratado de Ottawa, por el que más de un centenar de Estados se comprometían a dejar de usar, almacenar, producir y transferir estas minas. Marruecos no firmó este convenio, la mayoría de los países africanos sí. Como Mozambique, que está a punto de ser un territorio libre de minas.


Dos guerras seguidas, una por la independencia de Portugal y una guerra civil, sumaron para Mozambique casi treinta años de conflicto y dos millones de minas terrestres sin desactivar. Es lo que tiene este armamento: Es creado para que dure; la mina no se desactiva porque en 1992 se haya puesto fin oficialmente a la última guerra mozambiqueña porque está diseñada para que dure al menos 50 años. Tampoco está pensada para seguir un orden, ningún tipo de orden. Ni es localizable (suele ser lanzada arbitrariamente desde un avión), ni distingue entre combatientes y civiles.


En azul, los países firmantes del Tratado de Ottawa. / Foto de la Campaña
Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres
(ICBL, por sus siglas en Inglés).-

Ratas entrenadas por APOPO. /
X.Rossi.-
Para esta nueva lucha, Mozambique ratifica el Tratado de Ottawa en 1998 y celebra dos conferencias internacionales para la revisión del compromiso de prohibir las minas terrestres. La última, realizada hace unos meses, concluye con el anuncio de Estados Unidos de que reducirá sus reservas de minas antipersona. Pero para avanzar en la desactivación, el país africano no sólo ha contado con ayuda internacional, también se ha aliado con las ratas. Son las ratas de la ONG APOPO, unos roedores enormes de origen subsahariano que son entrenados para hallar estos explosivos con su olfato y que consiguen examinar hasta 300 metros cuadrados de tierra en una hora. De ahí, que esta ONG situada en Tanzania se dirigiera a su vecina Mozambique para colaborar en la limpieza de minas del terreno. 

En la actualidad, ya son ocho de las once provincias mozambiqueñas las que están libres de minas terrestres. Una noticia que se difundía pocos días antes que la del soldado de Marruecos, también herido por una mina. En cualquier caso, ninguno de los dos acontecimientos tuvo a penas repercusión.

La información es motor de cambio. Para que una realidad se transforme es necesario que se de a conocer, pero cuando ese escenario es eternamente hostil se repudia, se abandona. Por eso es aún más vital si cabe mostrar también un argumento con el que empatizar, la cara menos desgastada para que pueda apreciarse la moneda.

Sofía y Alia Massaca, Mozambique 2007. / G.Sánchez.-

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