Al sur del continente africano, entre los ríos Zambeze y Limpopo, un valle esconde el mayor yacimiento arqueológico del África Subsahariana. Tal es su grandeza, que la ciudad que albergaba esta fortificación en los siglos XII y XVII da nombre hoy a un país entero. Es la fortaleza del Gran Zimbabwe, una construcción tan impresionante que cuando fue descubierta, los colonos prefirieron creer que se trataba de las minas del rey Salomón antes que admitir que los nativos la habían construido.
Con su alto torreón
cónico, sus largos y curvados muros de piedra y sus artefactos cosmopolitas,
Gran Zimbabwe atestigua la existencia de una próspera ciudad que, en su apogeo,
acogía nada menos que a unos 18.000 habitantes y que se cree debió dominar el
comercio y la cultura del África meridional. Esta construcción tallada con
piedra forma una fortificación que protege una gran torre que, según los
expertos, corresponde a un templo elíptico que conecta con un cementerio al que
se accede a través de un pasadizo fortificado con numerosas cuevas. Pero más
impresionante que la complicada construcción que forman estos elementos es el
hecho de que, si alguien habla en el interior de las cuevas de la necrópolis,
puede ser oído en el templo, situado a nada menos que cien metros de ésta.
No pocos son los
misterios que encierra la fortaleza de Zimbabwe. Cuando los exploradores
portugueses recorrían el interior de África para establecer allí las colonias e
imponer su civismo frente al salvajismo negro, se dieron de bruces con las
enormes dimensiones de esta fortaleza tallada enteramente en piedra. Reconocer
que una construcción tan impresionante era obra de salvajes derribaba su
argumento civilizador. Por ello recurrieron a la Biblia y se convencieron de
que aquella extraordinaria fortaleza tenía que esconder las famosas minas del
rey Salomón. Y de hecho, no fueron pocos los europeos que creyeron que el Gran Zimbabwe no podía ser otra cosa
que la desconocida y soñada tierra de Ofir, donde el monarca de la Biblia iba a
buscar su oro y piedras preciosas.
Imágenes tomadas de megaconstrucciones.net |
En la actualidad, las
investigaciones arqueológicas coinciden en que lo más probable es que la
historia de esta gran ciudad sea la de la cultura de los primeros shona africanos y de la Edad del Hierro del continente. Algo que los colonos del
territorio, por aquel entonces denominado Rhodesia del Sur, se negaban a creer,
convencidos de que una obra de tal envergadura no podía haber sido construida
por nativos negros. Y precisamente, de esta negación nació la reivindicación
que impulsó el movimiento independentista, para el que el Gran Zimbabwe era la
prueba fehaciente de que la raza negra no era tan débil como aquellos blancos
pretendían hacerles creer. Así, esta antigua construcción sirvió de aliciente
para la creación de un nuevo Estado independiente, que ya no se llamaría
Rhodesia, sino que a partir de 1980 sería rebautizado con
el nombre de Zimbabwe en honor a la fortaleza que les representa.
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