Todo tiene su lado bueno y su lado malo, el mediterráneo también. La cruda realidad que atraviesa este mar ha salido a flote con la mínima consideración que merecen, no sólo las 800 vidas que hace unos días salpicaron desde las costas de Libia la prensa internacional, sino las miles de personas que desde hace varios años se ha tragado el olvido. Todos ellos son hijos de Mami Wata.
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Pintura de Abdal (República Democrática del Congo, 1989). |
Desde Senegal hasta Angola, incluso llegando costa abajo un
poquito más al sur; también en el interior, en los países que rodean la cuenca
del Níger; en los lagos y ríos de Zambia, Mozambique o en la República
Democrática del Congo. Prácticamente allí donde haya agua estará Mami Wata.
Invocada por los pescadores y los inmigrantes, se dice de ella que es mitad mujer, mitad pez. Se representa con forma de sirena, su piel es clara y su pelo liso. A menudo aparece rodeada por una serpiente, siempre se muestra ataviada con objetos de valor: joyas, un espejo, un reloj, hasta una Coca-Cola. Todos ellos objetos que se relacionan con Occidente, son las riquezas que trae de Europa. Aunque no es lo único que Mami Wata importa de la cultura occidental. A ella también se asocia la esterilidad y a ella acuden las mujeres que quieren curarse de este mal que rompe con el carácter familiar de la tradición africana para contagiarse del individualismo del Norte.
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Representación de Mami Wata en Haití, donde se le denomina 'la Sirène' o 'la Baleine', la sirena o la ballena en español. |
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Mamisiis / Fotografía tomada de kanasuka.canalblog.com/ |
Templo Mamaissii-Hounons, que significa 'madre de la sabiduría'. Togo / Fotografía tomada de kwekudee-tripdownmemorylane.blogspot.com.es/ |
Yemanya, en Brasil o Cuba; Lamante, en Martinica; Río Mama en
Jaimaca; Mamba Muntu en la República Democrática del Congo o Maman de l’Eau en
Dominica, Guadalupe o Trinidad y Tobago. Estos son algunos de los apelativos
que recibe la diosa marina tanto a lo largo del continente como en la orilla
latinoamericana, a la que llegó con la diáspora. Allá donde reciba un nombre tiene representantes, como en todas las religiones. Son las 'mamisii', las sacerdotisas de Mami Wata. Un título heredado por línea materna y que se ostenta en la 'Mamaissii-Hounons', el lugar de encuentro de sus devotos, quienes visten de rojo y blanco para representar la dualidad que muestra esta diosa.

Los emigrantes africanos se suben a los cayucos llevando en el
bolsillo granos de arroz, de cuscús o caramelos, cualquier cosa que sirva de
ofrenda a Mami Wata. Esperan encontrarse el mar en calma y la tierra por la
diosa prometida.
Canción dedicada a Mami Wata por el trompetista y cantante sudafricano Hugh Masekela.