martes, 10 de julio de 2012

El deshielo de la última primavera comienza con un africano y finaliza con una decisión de Moscú


A diez días de que finalice el mandato de la Misión de Observación de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS), el africano Kofi Annan ha dado un paso adelante en el conflicto sirio al lograr un acuerdo con el cuestionado presidente Bashar al Asad. Esta nueva propuesta viene dada tras la iniciativa tomada la pasada semana por el Grupo de Acción para Siria, que sugiere la formación de un Gobierno de transición que incluya a representantes de ambos bandos de lo que ha pasado de ser una guerra civil a un conflicto internacional, con la entrada de Turquía. Este Ejecutivo debía excluir, según el nuevo plan de Annan, a toda aquella persona cuya participación pudiera dañar el proceso de transición. La pregunta es, ¿este acuerdo alcanzado con Asad incluye su salida de Siria?


Comienza la cuenta atrás para el fin del mandato de la ONU en Siria. Desde que hace ya 16 meses comenzaran las protestas del pueblo sirio contra su presidente Bashar al Asad, un dentista criado en Londres que heredó el liderazgo de su país de manos de su padre, más de 10.000 personas (la mayoría civiles, según estimaciones de Naciones Unidas) han muerto. Ha sido este un conflicto de violencia extrema e indiscriminada, en el que, según el informe sobre la violencia contra menores elaborado por la ONU, tanto la oposición como las fuerzas de el Asad, no han hecho distinción alguna en la edad en su sangrienta batalla. “No habíamos visto nada igual hasta ahora; quizá en los casos de tortura de las guerras del Congo o Ruanda”, manifestó en conversación telefónica Alec Wargo, responsable de este informe.
K.ANNAN.- Foto de F.Bermeniev
Vuelven a sonar ecos del conflicto africano en el que, el ahora enviado especial de la ONU y la Liga Árabe para Siria, Kofi Annan, fue tan cuestionado. Así, en una entrevista realizada en 2004 en el programa ‘Frontline’ de la cadena PBS, Annan manifestó acerca de Ruanda: “Fue una experiencia muy dolorosa y traumática para mí (…). Es una experiencia que, una vez vivida, forma parte de ti, de tu propia experiencia como ser humano”.
Una para ver y otra para aprender. Esta vez, el diplomático no ha esperado ningún telegrama advirtiendo de un inminente genocidio para dar la voz de alarma y desde que tomara las riendas del conflicto sirio al crear su plan inicial de paz, no ha desistido en mediar entre los actores de esta guerra, a pesar del fracaso rotundo de su plan inicial.
Las partes implicadas en este conflicto son dos: El dictador y el pueblo sirio. Pero los actores que intervienen son tan innumerables como los intereses en juego en esta región de Oriente Próximo. Y aunque no lo diga, Annan lo sabe. Las palabras que se usan en un conflicto juegan un papel tan importante como las políticas estratégicas utilizadas en él. Ambas son primordiales a la hora de mitigar o intensificar un acontecimiento bélico. De ahí, que ‘guerra civil’ no sea un término reconocido por la ONU, que se limita a reconocer la guerra en “defensa propia” en el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas. Y de ahí que los actores directos o indirectos presentes en los conflictos armados recurran a la acepción ‘guerra civil’ en función del interés de ampliar o reducir la percepción de violencia del mismo. Ni Libia, ni Irak, ni la antigua Yugoslavia, ni el Golfo Pérsico son consideradas jurídicamente ‘guerras civiles’. De este modo, la última guerra que se declaró fue la que enfrentó a las dos Coreas, entre 1950 y 1953, y desde entonces, todas las guerras han jugado al alza o a la baja de unos intereses que se mueven en la ambigüedad jurídica de conflicto de alta o baja intensidad.
B.AL ASAD.- AFP
El 21 de marzo de este año, el Consejo de Seguridad adoptaba la propuesta de paz de Annan. Constaba de seis puntos, de los que tres eran prioritarios: Un alto al fuego, la retirada de las tropas de los centros de población y el acceso de ayuda humanitaria al país. En la cronología del fracaso de este plan hay dos momentos claves que acontecen a finales de mayo y a finales de junio. El primer momento repercute en el problema sirio en cuanto a guerra civil, el segundo lo hace como conflicto internacional. El 25 de mayo, con la matanza de 108 personas en la localidad de Hula, se puso fin al alto al fuego alcanzado un mes antes. Por otra parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja ha anunciado reiteradamente sus problemas a la hora de intentar entrar a Homs, el epicentro de las revueltas, para evacuar a los heridos. El 22 de junio es el día en que las fuerzas aéreas sirias derribaron un avión turco, entrando de lleno un país extranjero en el problema sirio. Aunque no ha llegado a aclararse si dicho jet se encontraba en aguas internacionales o dentro del espacio aéreo turco, las relaciones entre Siria y su vecina Turquía ya estaban resentidas desde que Ankara encabezara la lista de asilo de refugiados sirios con 32.000 personas que han huido de Damasco. 
Sin embargo, antes de esto ya el conflicto sirio traspasaba sus fronteras, envolviendo su guerra civil en un aro internacional. El Gobierno de la familia Asad, que dirige desde hace 42 años Siria, está integrado por miembros de la rama alauí del Islam, relacionada con el chiísmo, y los insurgentes que luchan por acabar con este régimen son de mayoría suní, al igual que las monarquías del Golfo Pérsico. En este sentido, del lado de la oposición siria se encuentra Arabia Saudí; también Estados Unidos, tradicional aliado de Israel a quien el Gobierno de al Asad no ha respaldado, ofreciendo su apoyo a grupos palestinos. Asimismo, la potencia norteamericana también actúa tradicionalmente en confrontación con Rusia, uno de los países aliados al régimen sirio. Detrás del argumento de respaldo a al Asad que defiende el Gobierno ruso, en cuanto a que no debe existir injerencia extranjera en una contienda interna, no pasa desapercibido el interés nacional de esta potencia en que ningún mandato de la ONU por la paz en territorio sirio resulte efectivo, puesto que Moscú es suministrador de armas del Ejército del presidente sirio y de esta forma se asegura conservar su presencia militar, política y económica en Oriente Próximo. Junto a Rusia, en la lista de aliados de el Asad se encuentran Irán, de tendencia chií, y China.
Toda esta miscelánea de intereses ha sido llevada a la mesa por Kofi Annan, quien ha logrado sentar frente a frente a tres de los pesos pesados del conflicto (Estados Unidos, Rusia y China) al convocar a los ministros de Asuntos Exteriores de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
REUNIÓN DEL GRUPO DE ACCIÓN PARA SIRIA EN GINEBRA EL 30 DE JUNIO DE 2012
El comunicado final que aboga por medidas que garanticen el pleno cumplimiento de los seis puntos del plan de paz para Siria; así como la puesta en práctica de las resoluciones 2042 y 2043, que hacen referencia a un nuevo despliegue de observadores, incluidos los de la UNSMIS; y la formación de un órgano gubernamental formado por miembros del régimen y de la oposición “que pueda establecer un entorno neutral en el que se pueda desarrollar una transición”, ha sido suscrito por todos los miembros permanentes del Consejo. No es un paso final, pero es un paso hacia delante, teniendo en cuanta el papel de dos de sus miembros como aliados de al Asad. Y más allá de las palabras, un hecho: Rusia se ha comprometido a no entregar más aviones de combate Yak-130 ni tampoco nuevas armas al régimen sirio, lo que pone fin a una relación comercial que se remonta a la era soviética. Se cae uno de los apoyos fundamentales, si no el primordial, de Bashar al Asad, de aquí a la caída del dictador sólo tiene que soplar una brisa de viento favorable. Cuando se derritan las últimas heladas del frío invierno ruso, puede que la primavera árabe, que ha permanecido congelada en Siria, se derrita y fluya por esta árida tierra fresca democracia con la que regar a un pueblo ansioso de ver florecer su merecida libertad.